Juan Jacobo Muñoz Lemus

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"Guatemalteco, médico y psiquiatra"

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Juan Jacobo Muñoz

En la madrugada del primer día del año tuve un sueño, y lo que pude rescatar de él fue, que el sentido de la vida es en parte tener memoria y poder disfrutar con el recuerdo de lo que se ha vivido.  Me encuentro a las puertas de otro año para construir más historias, y no me imagino atesorando otra cosa.

Lo dije fácil, pero me ha pasado tantas veces en mi vida, que me he empeñado en la exigencia de resultados preconcebidos y soberbios, que sin duda son producto de mis propias inseguridades, y que me hacen subestimar o desestimar lo que vivo y lo que hago.  En la otra mano, a veces me he sentido en la tentación de ser muy crítico de la creación de alguien, lo que sin duda es una proyección de mi manía autocrítica.

Esto me trae a la memoria que, siendo todavía joven, cuando mi padre me veía ser tan implacable con la obra de alguien, me decía con cariño que tomara en cuenta, que seguramente quien la había hecho, había puesto lo mejor de sí mismo en su trabajo, y que eso había que admirarlo.  Por eso, y en una especie de acto de contrición, fui a escarbar entre mis cosas y extraje un escrito de hace más de nueve años que sigue y seguirá vigente para mí, y decidí hacer un refrito.

Este año, no lo voy a empezar con dietas de hambre para adelgazar, ni me voy a inscribir en un gimnasio de moda, acariciando fantasías apolíneas. Tampoco voy a obsesionarme con mi situación económica.  Cuidaré mi salud en paz, no creo que pueda llegar al día de mi muerte rebosando bienestar.  No pretendo males, pero creo que lo mejor para no enfermar es preocuparse poco.  Del amor, aceptaré que llegue en ráfagas.

Me propongo practicar un sincero deseo de ser feliz.  No digo la felicidad de la alegría, que no está mal a ratos.  Quiero la felicidad de la conciencia, la que no niega y que se atreve a todas las emociones, desde las sublimes y elevadas, hasta las más tristes y funestas.  En consecuencia, tengo la intención de no poner metas a mi felicidad, para no tener que sufrir por expectativas idiotas y finalistas.

No quiero ser intolerante y deseo evitar que si algo no es como quiero, no termine yo rematando con alguien o hasta conmigo.  Me atreveré a disfrutar las metas intermedias en el recorrido de mi vida, aunque no llegue siempre a destino.  Ya tengo edad para entender que la frustración viene incluida y que los miedos casi nunca se cumplen.

A cada día le quiero dar lo mejor que le pueda dar ese día.  Tengo que protegerme, porque si en una de esas tengo que pasar medio día en el retrete, solo podré dar el medio día que me reste.  Además, que hay de malo en tener de vez en cuando encierros privados para meditar, aunque sean en el baño.

Con la gente no me voy a meter tanto.  No le voy a exigir lo que no esté capacitada para dar; debo ser justo con las calidades de cada uno.  Pero eso sí, me voy a quitar del camino de los que embisten con su egoísmo, y trataré de ser irreductible en eso para no dudar y no dejarme atrapar con alguna lógica sentimental y perversa que me quiera envolver con manipulaciones.

Solo quiero amigos, no me interesan cómplices o partidarios, ni siquiera socios.

Intentaré lo más que pueda, no meterme en lo que no me importa.  Mi objetivo si lo logro, me parece hasta económico, porque no voy a tener casi nada que hacer, ya que he notado que en la mayoría de las cosas en las que termino metido, yo no tengo nada que ver.

Finalmente quisiera que, al actuar no me tenga que esconder para hacerlo.  Al menos lo más que pueda, no quiero ser exagerado.  Sé que tendrá que ocurrir algunas veces, por ejemplo, en lo de meditar en el baño.

En mis meditaciones quiero averiguar quién soy, qué es lo que deseo y qué me provoca gozo realmente.  Quiero descifrar que voces internas atiendo, para descartar a las que me alienan y tratar de entender por qué actúo como lo hago y por qué no me atrevo a elegir otra manera.

No quiero ser mi carcelero y tampoco mi prisionero.  He visto a mucha gente que siendo mala finge ser buena y hasta lo entiendo.  Pero también he visto gente que siendo buena quiere verse mala.  Yo quiero ser libre de ataduras y amarme más, y tener palabra de honor en el amor.

Quiero viajar de manera espiritual, más que solo ver lugares, libros o películas; quiero estar en ellos y sentir tantos significados que me ayuden a modelar mi vida y ganar en integridad, y beneficiarme de toda la dotación universal.

Me repetiré a diario que solo tengo una vida y que se acaba; y que es ella o ninguna, aunque pueda ser a veces un desastre.  Es lo que hay, y tengo que sacarle el jugo.

Aquí terminan mis propósitos.  No sé cómo fue la cosa, si así se armó o si yo lo decidí.  El caso es que así salió.

Feliz año nuevo, y gracias por acompañarme a vivir.

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