Jorge Santos

jsantos@udefegua.org

Defensor de derechos humanos, amante de la vida, las esperanzas y las utopías, lo cual me ha llevado a trabajar por otra Guatemala, en organizaciones estudiantiles, campesinas, de víctimas del Conflicto Armado Interno y de protección a defensoras y defensores de derechos humanos. Creo fielmente, al igual que Otto René Castillo, en que hermosa encuentra la vida, quien la construye hermosa.

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Hoy viene a cuento la frase más poética, certera y comprensible de Antonio Gramsci: “El viejo mundo se muere, el nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”.

El viejo mundo murió hace ya algún tiempo. Si fuera posible marcar ese deceso, sin lugar a dudas una fecha importante sería el 20 de agosto del presente año. 

Desde hace tiempo atrás, se ha gestado una estrategia desde sectores vinculados al Ejército y a la élite económica, la cual pretende deslegitimar, desinformar y producir el escarnio público, en contra de quienes desde diversas expresiones se resisten al orden constituido, luchan por conocer la verdad acaecida en el pasado, acceder a la justicia, luchar contra la corrupción y la impunidad. En resumen, contra todas aquellas personas que buscan la democracia y la vida digna para la sociedad en su conjunto.

Esta campaña se ha impulsado por diversos medios que incluyen, desde programas televisivos destinados al desprestigio de embajadas acreditadas en el país, libelos insertos en medios de comunicación escritos, así como redes sociales. Mensajes cuyo común denominador es el discurso de odio.  De esa cuenta, los discursos plasmados por grupos paramilitares de la extrema derecha en décadas pasadas, tales como el Ejército Secreto Anticomunista, la Nueva Organización Anticomunista, la Mano Blanca, el Consejo Anticomunista de Guatemala  y otros, conocidos por ser parte de la estrategia del Terror de Estado, es muy similar al hoy utilizado por grupos que se autodenominan la Fundación Contra el Terrorismo, la Liga Pro Patria o el ejército de netcenter, que desde el anonimato arremeten contra quienes se oponen a sus espurios intereses. 

El uso de términos como: comunistas, guerrilleros, terroristas, hippies peludos shucos y otras expresiones peyorativas para referirse a personas en sus publicaciones estila ignorancia, odio, xenofobia, racismo y con ello se extralimitan en el uso de la libertad de expresión. Dicho discurso infundado, se torna más violento al hacer llamados para eliminar a quienes defienden derechos humanos, el Estado de Derecho y la democracia. 

Esta estrategia busca en estos momentos atacar la dignidad de la persona, deslegitimar la defensa de los derechos humanos, el discurso que utilizan es impropio, inadecuado, discriminatorio, injurioso y agresivo, alienta e invoca al odio y a la intolerancia. Constando así que las acusaciones infundadas son una estrategia dirigida a implementar el discurso del odio que pretende degradar, intimidar, promover prejuicios o incitar a la violencia. 

Al final de cuentas, dicha estrategia basada en la farsa, promete ser más terrorífica que la tragedia original, y con ello pone en riesgo la vida, la integridad y la libertad de las personas afectadas.  Nuestra respuesta debe de ser contundente, hacer prevalecer la muerte del viejo orden y hacer nacer con nuestra articulación política, análisis de la realidad y movilización permanente al nuevo orden y dar los pasos necesarios para instaurar el régimen democrático que tanto anhelamos. Aislar y dejar en el ostracismo a estas voces es una tarea fundamental.

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