Jorge Santos

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Defensor de derechos humanos, amante de la vida, las esperanzas y las utopías, lo cual me ha llevado a trabajar por otra Guatemala, en organizaciones estudiantiles, campesinas, de víctimas del Conflicto Armado Interno y de protección a defensoras y defensores de derechos humanos. Creo fielmente, al igual que Otto René Castillo, en que hermosa encuentra la vida, quien la construye hermosa.

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Por Jorge Santos

La peor forma de injusticia es la justicia simulada, es el título de esta columna de opinión, que parafraseando al filósofo griego Platón, pretende ser una forma sencilla y clara de explicar lo que actualmente sucede en el país y lo que claramente nos está conduciendo a un abismo mayor al que ya estábamos siendo sometidos. Tal y como lo he explicado en otras oportunidades, Guatemala atraviesa un serio y cada vez más violento retroceso democrático, que está llegando a su fase de instalación dictatorial; no de aquellas que están revestidas de bota militar, sino hoy estarán siendo conducidas por unas élites mafiosas y corruptas que no terminan de saciar sus intereses desmedidos y asqueantes.

Y es que luego de haber vivido en 2015 la posibilidad de transformar el Estado y sacar de sus instituciones a las Redes Económicas Políticas Ilegales que, a partir del 2016 lo vuelven a capturar, vivimos la premisa manifestada por Montesquieu, quien refería “no hay, pero tiranía que la que se ejerce a la sombra de las leyes, y bajo el calor de la justicia”, premisa que queda como anillo al dedo para nuestra realidad. La captura absoluta del Sistema de Justicia por las mafias ha permitido revestir de legalidad, lo injusto, de Estado de Derecho, las acciones autoritarias y dictatoriales.

Si bien, este hecho viene de años atrás, durante estos meses se ha materializado las formas de injusticia más evidentes en el país. El mediocre y corrupto manejo de la Pandemia ha impactado en las condiciones de vida de la población, convirtiéndonos en el país de América Latina con la mayor tasa de pobreza, así como también somos el país en la región, donde la ciudadanía considera que la corrupción es el mayor problema, evidenciando así la percepción sobre el Estado y sus instituciones. Mientras una gran mayoría de la población se hunde en la pobreza, las élites criminales en el país, se ensañan contra todo aquel que lideraron el proceso contra la corrupción y/o contra aquellos que se interponen a sus espurios intereses y benefician a todo criminal que favorezcan el saqueo rapaz de las arcas nacionales y con ello les permitan restaurar su régimen empobrecedor, impune, corrupción y violento.

Ejemplo de esta situación, lo representa estos últimos días en el Sistema de Justicia. Mientras Manuel Baldizón expulsado de Estados Unidos de Norteamérica luego de haber sido condenado por lavado de dinero, llega al país y hace uso de las mafias que hoy dirigen el Sistema de Justicia y es beneficiado con arresto domiciliar y le son eliminados dos delitos de los tres por los que está siendo procesado. Mientras esta atrocidad jurídica y ética ocurría, el Ministerio Público en clara colusión con las mafias, se allana y persigue a la exmandataria de la CICIG y al exfiscal de la FECI, Juan Francisco Sandoval, así como se le niega el arresto domiciliar a Virginia Laparra y le montan otra orden de captura.

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