Jorge Santos

jsantos@udefegua.org

Defensor de derechos humanos, amante de la vida, las esperanzas y las utopías, lo cual me ha llevado a trabajar por otra Guatemala, en organizaciones estudiantiles, campesinas, de víctimas del Conflicto Armado Interno y de protección a defensoras y defensores de derechos humanos. Creo fielmente, al igual que Otto René Castillo, en que hermosa encuentra la vida, quien la construye hermosa.

post author

Por Jorge Santos

Sin lugar a dudas, el 2020 y 2021 no han sido años para nada fáciles, ni mucho menos típicos.  Estos años nos han demostrado a la humanidad, la profundidad de las crisis y junto a ello el talante de los líderes que –aparentemente– deben de conducir a buenos términos a las poblaciones que juran defender y a quienes representan. Para el caso guatemalteco, el turno le correspondió al partido político Vamos y con el a un médico que había intentado llegar a la presidencia en 3 elecciones previas. Alejandro Giammattei y Vamos fueron y son la opción más rancia por la que optó la oligarquía y junto a ellos se devino la debacle más profunda vivida en los últimos años.

El balance a punto de cumplir los dos años de gobierno de Alejandro Giammattei, es profundamente negativo, en cifras color rojo y con serios impactos en la población guatemalteca.  Por su personalidad irascible, grita y vocifera mucho, pero actúa poco. Desde el inicio pretendió, sin éxito, librarse de las presiones de grupos de poder, pero a las primeras de cambio ha dado muestras de no ser más que otro servil a tono con los intereses de la oligarquía guatemalteca, inversores internacionales y hasta del crimen organizado. Los ejemplos sobran y habrá que ir recordando cada uno, para verificar el tamaño del criminal que dirige la Presidencia de la República.  Recordar las entrevistas y pocas conferencias de prensa que ha dado durante su mandato, cuando a gritos anunciaba acciones penales contra el expresidente Morales, por actos de corrupción. Denuncias que nunca llegaron y por el contrario, se fue afianzando una alianza más fuerte entre los grupos que apoyaron a Morales y Giammattei. O cuando visiblemente molesto respondió que no abordaría el tema de la CICIG, porque él iba a crear una Comisión Presidencial contra la Corrupción, la cual hasta la fecha, no es más que otra inutilidad dentro del funcionamiento de la institucionalidad y ha servido como plataforma para el clientelismo político.

Pero lo más grave de todo, es el haber sido el gobierno con el mayor presupuesto para atender el deteriorado sistema de salud pública y que haya utilizado esos recursos pertenecientes a la población guatemalteca y que lo haya vilipendiado con actos de corrupción y que tal extremo haya y siga significando enfermedad, dolor y muerte a las familias del país. Todo su accionar, en el breve período previo a la pandemia, durante la pandemia y en la atención a situaciones de extrema gravedad, como el impacto de dos tormentas tropicales, el aumento de la desnutrición, la violencia extrema, le han importado poco o nada y ha dejado fluir a su sabor y antojo los negocios de élite económica y del crimen organizado.

Es también necesario precisar que la salida de Giammattei de poco o nada servirá, sino arrancamos de raíz el problema que nos aqueja, sin embargo, si es un paso importante y simbólico para lograr el cambio.

Artículo anteriorVeinticinco años de retrocesos
Artículo siguienteRecapitulando un 2021