Jorge Santos

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Defensor de derechos humanos, amante de la vida, las esperanzas y las utopías, lo cual me ha llevado a trabajar por otra Guatemala, en organizaciones estudiantiles, campesinas, de víctimas del Conflicto Armado Interno y de protección a defensoras y defensores de derechos humanos. Creo fielmente, al igual que Otto René Castillo, en que hermosa encuentra la vida, quien la construye hermosa.

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Por Jorge Santos

Los últimos años la sociedad guatemalteca hemos asistido a una clarísima regresión autoritaria, que con la llegada de Giammattei a la presidencia, no sólo se ha consolidado dicha regresión, sino ahora tiene rasgos dictatoriales. El Pacto de Corruptos, liderado y financiado desde la oligarquía ha profundizado la estrategia de cooptación institucional, toma de control sobre la aplicación de políticas públicas y por ende la garantía sobre el ejercicio impune del poder.

Sólo este año hemos sido testigos de una gama impresionante de acciones por parte del Pacto de Corruptos, que superan en mucho, las que sus impunes antecesores cometieron en el ejercicio de sus funciones. Aún y con la peor de las crisis sanitarias jamás vividas en el país, con una grave crisis económica que amplia rápidamente las tasas de pobreza, pobreza extrema y hambre, una crisis social que redunda en aumento de la violencia, particularmente contra las poblaciones vulnerabilizadas y con la peor crisis democrática, el Pacto se apresta a cometer saqueo a manos llenas para garantizar así los históricos privilegios que han ostentado.

Hoy el Estado guatemalteco en conjunto se apresta a cometer el mayor agravio contra la población. Desde los tres poderes del Estado se toman decisiones contrarias a las garantías mínimas de construcción democrática y de bienestar común para toda la población. Muy por el contrario, se amplían los privilegios, se amplían los mecanismos para cometer actos de corrupción, se aprestan a desmantelar los pocos pero importantes avances en justicia y se atropella y violenta a quienes se oponen a la instalación de su Régimen de violencia, impunidad y corrupción.

Sin entrar en detalles, la sociedad guatemalteca ha visto con claridad las intenciones de este gobierno que encabeza el Pacto de Corruptos y por ello necesita tomar consciencia de la ruta que debe trazar para liberarse del mismo y construir su propio destino. Si en 2015, salimos a las calles por más de cinco meses, hoy nos toca reforzar la organización. Todo esfuerzo debe de ir encaminado a construir más y mejor organización, así como ampliar la ya existente. No debemos de tener ningún recato en organizarnos, desde la incipiente organización en familia, en nuestras comunidades, colonias, barrios, condominios, en las parroquias o iglesias, hasta la organización en movimientos sociales amplios, tales como el movimiento campesino, indígena, de mujeres, jóvenes, entre otros. El propósito de esta organización es atrevernos a hablar de los problemas que nos aquejan como sociedad y ser capaces de construir rutas viables de superarlos.

Luego articularnos social y popularmente, a perder el miedo o a dejar de lado las rupturas del pasado y construir un poderoso y vigoroso movimiento ciudadano y popular que se movilice permanentemente y que sea capaz de construir su propia agenda política de transformación. Es necesario que como sociedad nos politicemos y que aprendamos a ejercer esa politización alejada de toda forma de la vieja y anacrónica política de la derecha guatemalteca. Sólo así derrotaremos al Pacto de Corruptos.

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