Jonathan Menkos

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Jonathan Menkos Zeissig
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La vocera del Departamento de Estado ha anunciado que Estados Unidos ha perdido la confianza en la fiscal general y jefa del Ministerio Público, Consuelo Porras, tras la destitución de Juan Francisco Sandoval como Fiscal de Sección de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad (FECI), la que ha sido injustificada e ilegal, violentando el proceso determinado en la propia Ley Orgánica del Ministerio Público.

Hace mucho tiempo, casi desde que asumió el cargo en 2018 –nombrada por el entonces presidente Jimmy Morales–, la sociedad perdió la confianza en Consuelo Porras. La confianza, aunque es un elemento subjetivo se alimenta de fenómenos concretos. ¿Cómo se puede confiar en una fiscal general que entrampa procesos, asfixia a los fiscales honestos mientras permite el ingreso a la institución de personas ligadas al narcotráfico o se hace la vista gorda frente a la corrupción y la impunidad imperante?

El despido abusivo del fiscal Juan Francisco Sandoval es la gota que colma el vaso, pues la gestión de Sandoval en la FECI ha gozado siempre de legitimidad y reconocimiento nacional e internacional, por ser el actor más efectivo en contra de la corrupción y la impunidad. El fiscal Sandoval y su equipo asumieron con mucha mayor valentía el liderazgo de la lucha contra la corrupción después de que la elite depredadora en contubernio con una mayoría política en el poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial lograran el cierre de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG). Muchos ciudadanos estamos conscientes que, la destitución injustificada de Sandoval busca garantizar la impunidad a muchos sinvergüenzas de ayer y de hoy: se limitarán gravemente los alcances de los procesos judiciales que la FECI tiene en tribunales y en fase de investigación. Sin un cambio rápido de autoridades en el Ministerio Público se perderá la única agencia anticorrupción guatemalteca que continuaba realizando acciones contundentes y de gran impacto. De ahí la importancia de exigir la renuncia de Consuelo Porras y de toda la gavilla de su confianza que ha capturado el Ministerio Público y que, incluso, se ha ido insertando en otros órganos del Sistema de Justicia, como la Corte de Constitucionalidad.

Tanto en la conferencia de prensa que el fiscal Sandoval brindó el día en que fue ilegalmente separado de su cargo, como en diversos medios nacionales e internacionales, él ha puesto sobre la mesa pública señalamientos muy graves contra Consuelo Porras a quien se tacha de comprometer la independencia de la fiscalía, entorpecer o acelerar casos con criterios discrecionales, subjetivos o a la conveniencia de poderes fácticos que prevalecen en Guatemala. Incluso, de tapar actos de corrupción de la era Giammattei. Es posible que la remoción acelerada y burda del fiscal Sandoval haya sido con el afán de evitar cualquier avance en estos casos.

Por todo esto, hoy, diversos movimientos sociales y políticos han organizado un paro nacional para exigir la renuncia de Consuelo Porras y del presidente Giammattei, así como la restitución del fiscal Juan Francisco Sandoval. A las 10:00 de la mañana se espera una concentración masiva de ciudadanas y ciudadanos frente a la sede del Ministerio Público. Tomando las necesarias medidas biosanitarias debemos estar ahí. Hemos llegado a un punto de no retorno: o desafiamos a los corruptos y les obligamos a dejar el poder público, o ellos utilizarán el poder público como una soga que ahorcará la débil democracia y sus garantías. De esto terminaremos siendo víctimas todos, los que sabíamos qué pasaría y los que no; los que dijeron hasta aquí y los que permanecieron indiferentes.

Hoy, aunque llueva, truene o relampagueé, nos vemos frente al Ministerio Público: ¡Fuera Consuelo Porras!

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