Juan José Narciso Chúa

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Guatemalteco. Estudió en el Instituto Nacional Central para Varones, se graduó en la Escuela de Comercio. Obtuvo su licenciatura en la USAC, en la Facultad de Ciencias Económicas, luego obtuvo su Maestría en Administración Pública INAP-USAC y estudió Economía en la University of New Mexico, EEUU. Ha sido consultor para organismos internacionales como el PNUD, BID, Banco Mundial, IICA, The Nature Conservancy. Colaboró en la fundación de FLACSO Guatemala. Ha prestado servicio público como asesor en el Ministerio de Finanzas Públicas, Secretario Ejecutivo de CONAP, Ministro Consejero en la Embajada de Guatemala en México y Viceministro de Energía. Investigador en la DIGI-USAC, la PDH y el IDIES en la URL. Tiene publicaciones para FLACSO, la CIDH, IPNUSAC y CLACSO. Es columnista de opinión y escritor en la sección cultural del Diario La Hora desde 2010

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Ya se pasaron cinco décadas, el tiempo y la vida han sido generosos, ciertamente, aunque no se sienta su transitar, la verdad es que hoy en retrospectiva, ingresamos un grupo heterogéneo de estudiantes nuevos al glorioso Instituto Nacional Central para Varones, INCV. Esa mañana fría de enero resultó el punto de confluencia de una amistad que, hasta hoy, persiste con muchos de los que compartimos las aulas o bien nos encontrábamos en el mismo grado, aunque en diferente sección.

En ese año 1970, entrar por la reja al antañón instituto lleno de historias y anécdotas que mis primos Luis Alfredo y Carlos Enrique Mancía Chúa, contaban allá en la casa de la 10ª. avenida de la zona 2, y las mismas me parecían cuentos irreales de algo que resultaba fantástico, por ello cuando mi papá me preguntó a dónde seguiría con mi educación secundaria, sin titubeos le dije al Central para Varones. Hoy, puedo decir, que no me equivoqué, pues al afirmar esta decisión, me cambió la vida, me entregó a cambio no sólo la educación formal que sin duda fue una de las mejores, bajo la tutela de excelentes catedráticas y catedráticos, me proveyó condiciones para el deporte de mis amores el voleibol, así como continué practicando el basquetbol toda la vida.

Pero más allá de ello, utilizando los términos actuales, me permitió establecer una red de amigos que se quedaron conmigo para siempre, otros que siempre han estado ahí, tal vez no nos vemos seguido, pero el cariño es imperdible, la amistad cohesionó a todo este montón de compañeros Shecas, que cuando nos vemos resulta una experiencia inolvidable, retrotraer recuerdos, repasar anécdotas, contar charadas, recordar a profesores, celebrar la fiesta del instituto como si hubieran pasado un par de años atrás.

De mis primeras amistades recreadas alrededor de este grupo ahí se forjaron: Sergio Mejía, Tito Ordoñez Porta (+), el querido e inolvidable Ganso (+) Jorge Luis Morales Modenessi, Danilo Flores, Luis Santacruz, René de León, Rolando Morales, Néctor Estrada, Héctor Rosas, son aquellos con quienes nos quedamos unidos para siempre, pero igual, existen otros grupos de amigos afines que no son el nuestro, pero igual tuve la oportunidad de compartir con el grupo de La Toña, Pepito, El Mudo, El Negro, Drácula y el Pache, otro grupo que se quedaron unidos para siempre y que en las reuniones resultan momentos entrañables, a pesar de la distancia, no importante el camino que todos tomamos o la posición en la cual nos encontramos.

Por supuesto que hay más, ahí está Pío, veo de vez en cuando a Tono Lepe, mis queridos amigos de primero D como Carlos Monroy, Víctor Hugo Mancía, el Mono Ocaña, Víctor Hugo Monzón, los cuaches Penados y otros que me he encontrado en la vida y que el paso del tiempo no ha empañado el calor de esa gran amistad.

También me ha pasado que me he encontrado otros Shecas, mayores que yo, así como otros menores, pero inmediatamente nos conectamos con el instituto e igualmente, la cantidad de conocidos de otras promociones que uno ha seguido viendo. Las promociones de mi hermano han conseguido reunir hasta ochenta ex condiscípulos de su promoción y en las fotos conozco a varios, pero también desconozco a otro montón, sin embargo, la alegría de la convivencia es indiscutible.

Así que el día de hoy, para romper con el análisis que normalmente hago en mis notas, prefiero rendir un homenaje a todos aquellos patojos que una mañana nublada de enero ingresamos al patio del Central, el cual mostraba orgulloso sus araucarias y donde uno por uno fuimos asignados para alguna sección, pero que al final eso fue nada más un momento pues constituyó el punto es que nos terminamos hermanando en una amistad para siempre. Salud mis queridos Shecas*, salud por esos años, salud a todos los Shecas que pasaron por los entrañables muros de la ciencia, el deporte y la amistad del glorioso Instituto Nacional Central para Varones.

*El apodo de Shecas nace a partir de que en las refacciones que se entregaban en el instituto, siempre iba acompañado de uno de estos famosos, deliciosos y reconocidos panes. El apodo también trascendió a inteligente, listo como otra acepción.

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