Gladys Monterroso

licgla@yahoo.es

Abogada y Notaria, Magister en Ciencias Económicas, Catedrática de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Diploma otorgado por la Corte de Constitucionalidad en 2005, como una de las Ocho Abogadas Distinguidas en Guatemala, única vez que se dio ese reconocimiento, conferencista invitada en varias universidades de Estados Unidos. Publicación de 8 ediciones del libro Fundamentos Financieros, y 7 del libro Fundamentos Tributarios. Catedrática durante tres años en la Maestría de Derecho Tributario y Asesora de Tesis en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

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Gladys Monterroso
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“Un buen actor es un hombre que ofrece tan real la mentira que todos participan de ella».
Vittorio Gassman

“He disfrutado mucho con esta obra de teatro, especialmente en el descanso”
Groucho Marx

Este período preeleccionario resulta bastante singular, los candidatos han pasado de la enorme valla o anuncios en postes, a interactuar por medio de las redes sociales, incluso se deja caer la idea que el número de seguidores se significa como una especie de encuesta, en la que quien tenga más fans será más conocido y por lo tanto tiene más posibilidades de obtener el triunfo, si así se le puede llamar.

Hoy, que en este país el teatro prácticamente ha muerto, casi no existen obras en cartelera, ya ni siquiera hay carteleras, contamos con nuevos escenarios virtuales, con su respectiva escenografía, primeros actores, de reparto y figurantes, un día sí y otro también, podemos ver las fotos y videos de cualquier candidato dando sermones cual pastor evangélico, abrazando señoras, en el mercado, caminando, comiendo, en fin la sociedad es el gran escenario en el que todos actúan, para conseguir que la obra llegue a finalista y hacerse del primer lugar.

Llama la atención, la falta de propuestas reales y realizables, de la mayoría de los candidatos a presidente, así como a alcaldes y diputados, es tan evidente que la llamada carrera electoral, no es más que eso, una carreara para llegar al primer lugar, y de ahí a hacerse millonarios quienes aún no lo son, aunque parece que hay muchos que dinero no necesitan, por lo que el objetivo es, hacerse con más dinero, o lo más valioso: Poder.

Mientras el gran teatro eleccionario sigue en plena función, más de dos millones de personas no saben leer ni escribir, por lo que son marginados hasta de las redes sociales, se “celebra” un nuevo Día del Trabajo, con las mismas conquistas que se lograron hace más de 70 años, nada se ha actualizado, por lo que la legislación es obsoleta dentro del contexto actual, la salud, la educación y la justicia se encuentran en trapos de cucaracha, observamos una vendetta judicial, que en nada favorece a la Justicia (Con mayúsculas) que en Guatemala, ya no tiene la venda en los ojos, ceguera que representa decisiones objetivas e imparciales sin influencias políticas, ni de otra naturaleza, perdió en el camino su venda, desde hace muchos años, el problema no es de hoy.

Nos encontramos con un déficit histórico de programas estatales en pro de políticas sociales, mientras un gran número de personajes, muchos bastante coloridos se tiran al ruedo a solicitar nuestro favor para llegar al Hemiciclo Parlamentario, los concejos municipales o presidir al país, de acuerdo a informaciones de prensa son cerca de 29,000 candidatos inscritos, viendo el vaso medio lleno podríamos decir que es un avance de la democracia que cualquiera sin antecedes penales ni policiacos y con finiquito pueden optar a ser funcionarios públicos por elección popular, si vemos el vaso medio vacío, podemos muy bien decir que nos encontramos ante un subdesarrollo democrático, que no contemos con filtro alguno, y que sin acreditar nombres de los diputados, sea una sábana la que tengamos que desdoblar para marcar nuestra preferencia, sin identificar bien por quien votamos, lo peor, por que votamos.

Somos una antítesis de una república tal como fue concebida, porque como población nos sentamos cada cuatro años a ver el tren pasar, lo peor es que este pasa, y nos deja una estela de sueños frustrados, que son precisamente los nuestros.

En ese orden de ideas, buscamos al mesías que convierta en realidad el término Justicia Social, pero ¿Qué entendemos nosotros como Justicia Social? Si como sociedad no fiscalizamos a los aparatos electorales, conocidos como partidos, y no exigimos los mejores candidatos, no analizamos nuestro voto, regalamos a cualquiera algo tan valioso como lo es, la decisión fundamental de elegir a quienes deberían ser los mejores dirigentes, lo hacemos por los peores comediantes, que no actores, que nos venden ilusiones de humo por medio de las palabras mágicas: salud, educación, seguridad, empleo, vivienda y Justicia.

Cada cuatro años surgen nuevos millonarios gracias a nuestra apatía en valorar lo más importante, nuestra decisión.

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