Gladys Monterroso

licgla@yahoo.es

Abogada y Notaria, Magister en Ciencias Económicas, Catedrática de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Diploma otorgado por la Corte de Constitucionalidad en 2005, como una de las Ocho Abogadas Distinguidas en Guatemala, única vez que se dio ese reconocimiento, conferencista invitada en varias universidades de Estados Unidos. Publicación de 8 ediciones del libro Fundamentos Financieros, y 7 del libro Fundamentos Tributarios. Catedrática durante tres años en la Maestría de Derecho Tributario y Asesora de Tesis en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

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Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

“El primero y peor de todos los fraudes es engañarse a sí mismo.”
Philip James Bailey

Soy una persona que me siento orgullosa de nuestras costumbres chapinas, que con el paso de los años sin aceptarlo expresamente he ido asimilando, como casi todos, la aculturación en que nos hemos visto inmersos como sociedad, desde hace tiempo he observado como hicimos nuestro el famoso Día de Acción de Gracias, tanto es así que muchas personas con cierta razón argumentan que aunque no vivimos los motivos por los que, los estadounidenses decidieron celebrar ese día, nosotros tenemos también que dar gracias por muchas cosas, y pues damos gracias.

Del nacimiento tradicional con sus pastores, paisajes, ovejas, Misterio y Niño Dios, nos cambiamos al árbol con su estrella acompañados del Santa Claus sonriente, o, en la mayoría de los casos hicimos un mix e igual en un mismo lugar contamos con las dos manifestaciones culturales, una más religiosa como el nacimiento y otra pagana y comercial consumista a todas luces, nos adaptamos tan bien al consumismo, que a diferencia de los estadounidenses que no adoptaron nuestras costumbres y siguen con su árbol y su Santa, nosotros los acogimos como nuestros y conservamos, aunque en muchas ocasiones en un pequeño rincón sigue el nacimiento.

Desde que los españoles nos conquistaron e impusieron su cultura, hasta nuestros días en los que nos debatimos entre el Real y el Barca, ya no rojos y cremas, comemos pavo en lugar de paches un jueves al año, sumado a que tenemos un árbol Gallo, unas luces Campero, así con nombres y apellidos, somos una mezcla de lo creemos que somos, y de los que se nos ha dicho que debemos ser en un mundo que cambia más pronto de lo que nos damos cuenta.

En ese contexto, al igual que la mayoría de países de la cultura occidental, hemos hecho nuestro el famoso viernes negro norteamericano, cuyos orígenes según el National Geografic no es como se nos había hecho creer anteriormente, y que no surge de la venta de esclavos más baratos ese viernes, menciona la famosa publicación que debido al problema de tráfico que se generó en New York a raíz de los descuentos del día posterior a Acción de Gracias en 1975, se volvió a acuñar el término Black Friday, menciona que posteriormente en el año 2003, siempre en Estados Unidos los famosos almacenes Walmart y Sears ofrecieron a sus clientes grandes descuentos antes de las cinco o las seis de la madrugada, confieso que viví esa experiencia, y es cierto, en la madrugada se encuentran abiertos al públicos esos comercios con verdaderas rebajas.

En teoría, la ciudadanía espera ese día para comprar productos en oferta, lo que significaría un ahorro, que en la práctica y colocándonos en nuestra realidad, podemos observar que acá no hay economía, porque en nuestro país, son pocos los comercios que objetivamente ese viernes ofrecen verdaderas ofertas, que sería lo ideal, si usted es una persona observadora y como sucede en los tiempos actuales, no le alcanza el dinero, se podrá dar cuenta, que en un alto porcentaje esas ofertas no son tales, porque si se analiza, estamos pagando los productos más caros, que lo que lo hubiéramos hecho, poco tiempo atrás.

Se han hecho análisis económicos de la existencia o la falta de ella, de las famosas ofertas, y se ha determinado que en la mayoría de los casos estas no existen, el consumismo en el que nos desenvolvemos actualmente nos hace comprar productos que no necesitamos, siempre con la idea de aprovechar un descuento inexistente compramos algo que no precisamos, pero que en nuestro fuero interno creemos que podemos requerir más adelante, con la creencia siempre que estamos ganándole al sistema, sin embargo no es así, el sistema nos está ganando a nosotros.

Un día después del Black Friday somos más pobres que antes de ese día, y tenemos más cosas, que seguramente, repito, no necesitamos, lo peor según mi percepción de este fenómeno, es que, en un alto porcentaje, tales descuentos u ofertas han sido inexistentes, porque, el precio medianamente estable que han tenido los productos ha sido aumentado antes, para ser aparentemente rebajado después.

Esa aculturación en la que nos hemos visto inmersos, y en los que celebramos más las festividades de otras culturas que las nuestras, sería sumamente interesante que antes de abalanzarnos a comprar lo que posiblemente no precisamos, establezcamos si necesitamos lo que compramos.

He leído sobre tantas ofertas inexistentes para que consumamos, que concluyo que son fraudes en toda regla.

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