Factor Méndez

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Defensor Derechos Humanos. Catedrático. Periodista/Escritor. Estudió Derecho, Derechos Humanos y Trabajo Social en Guatemala, Honduras y Costa Rica. Catedrático San Carlos y Rafael Landívar. Fundador Centro de Investigación, Estudios y Promoción de Derechos Humanos CIEPRODH. Autor de ensayos y artículos sobre temas sociales, políticos, memoria histórica y Derechos Humanos.

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El pasado 20 de enero se convocó en Guatemala a elecciones generales para elegir nuevas autoridades de Gobierno, legisladores y corporaciones municipales. De conformidad con los principios democráticos republicanos que en teoría conforman al Estado guatemalteco, se entiende que las elecciones deberían ser libres, justas y sobre todo democráticas sin restringir el ejercicio de los derechos humanos individuales, o sea, los derechos civiles y políticos, entre estos, el derecho a elegir y ser electos. Como lo prescribe el artículo 21 de la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH.)

Ya la carrera política electoral arrancó y empieza a hacer ruidos y despertar malestar, esto por las decisiones tomadas por autoridades del Tribunal Supremo Electoral (TSE) que, anularon la inscripción del binomio presidencial del partido Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP) por “no cumplir requisitos”.

Sin embargo, autorizaron la inscripción de binomios con personas con impedimentos constitucionales y de candidatos a diputados o alcaldes no idóneos porque tienen procesos penales, otros incluidos en la lista Engel señalados como actores corruptos y antidemocráticos por el gobierno estadounidense, otros confesos de ser narcos y quien sabe cuántos otros impresentables.

Los actos autocráticos de gobernantes y funcionarios de todos los Poderes públicos, cierran los espacios de participación política a amplios sectores de la ciudadanía. Con esto se restringe, impide y anula la acción ciudadana, contribuye al malestar genuino de la población y vulneran derechos humanos y constitucionales.

Las élites que actúan bajo las sombras, la ultraderecha política guatemalteca, sus siervos, lacayos y testaferros, tienen la seguridad que han cooptado el Poder Político para servir a sus intereses particulares y de grupos, por tal razón, las elites no están dispuestas a perder los privilegios de clase.

En tales condiciones, estas elecciones han dejado de ser libres, justas y democráticas. No son la ventana de oportunidad para expulsar del Poder a los gobernantes autocráticos, los grupos fascistas de ultraderecha, la clase política corrupta y sus lacayunos. Lo he dicho antes y lo ratifico otra vez, en esta fachada de democracia cada cuatro años se convoca a la ciudadanía a votar, pero nunca a elegir. Son los poderosos los que eligen e imponen y la ciudadanía con su voto, legitima el fraude.

En Guatemala, vale recordar que el cierre de espacios de participación ciudadana, fue lo que originó el conflicto armado interno. Ahora, otra vez se cerraron los espacios de participación ciudadana.

Razón tiene Vladimir Putin, presidente de la Federación Rusa, quien lanzó un mensaje a la humanidad, mediante el cual advierte sobre el peligro que significa la restauración del fascismo en Europa que amenaza la seguridad de su frontera, en referencia a la operación militar que en 2022 Rusia inició en Ucrania. El fascismo en Europa no es sólo en los ámbitos político diplomático, en el caso de Ucrania se extiende al campo militar, como se demostró con la existencia del batallón Azov en el ejército ucraniano.

También los signos fascistas se extienden por el resto del mundo. En América Latina conocemos los ejemplos de los trumpistas en los Estados Unidos con el asalto al Capitolio para impedir la juramentación del actual presidente Joe Biden o el intento del golpe de Estado de los bolsonaristas en Brasil en enero 2023, contra el presidente constitucional Lula Da Silva.

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