Factor Méndez

fmendez21@gmail.com

Defensor Derechos Humanos. Catedrático. Periodista/Escritor. Estudió Derecho, Derechos Humanos y Trabajo Social en Guatemala, Honduras y Costa Rica. Catedrático San Carlos y Rafael Landívar. Fundador Centro de Investigación, Estudios y Promoción de Derechos Humanos CIEPRODH. Autor de ensayos y artículos sobre temas sociales, políticos, memoria histórica y Derechos Humanos.

post author

Factor Méndez Doninelli

Para que las nuevas generaciones conozcan más sobre la historia reciente todavía hace falta mucho por escribir, sobre todo cuando se habla de la política contrainsurgente, del terrorismo de Estado, la violación sistemática de los derechos humanos, los crímenes de lesa humanidad o el genocidio que tuvieron su mayor expresión durante el Conflicto Armado Interno desarrollado en Guatemala durante treinta y seis años (1960-1996). La aplicación de esas políticas represivas del Estado tuvo un alto costo social que se expresa con estadísticas de terror; miles de ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas o involuntarias, tierra arrasada, además, detenciones arbitrarias e ilegales, torturas, tratos crueles e inhumanos que practicaron las dictaduras militares con apoyo de las elites locales y de varios gobiernos principalmente el estadounidense.

Las múltiples olas represivas selectivas e indiscriminadas desatadas por el Estado y el aparato represivo del régimen militar tuvieron como estrategia, desarticular organizaciones de todo tipo, eliminar a sus dirigentes y debilitar los movimientos sociales, políticos y populares opuestos al proyecto contrainsurgente. Esas prácticas represivas golpearon a todos los sectores sociales; religiosos, sindicalistas, campesinos, estudiantes, intelectuales, académicos, periodistas, obreros, maestros, políticos y pueblos indígenas; hombres, mujeres, jóvenes, niños y ancianos fueron los objetivos directos del aparato represivo.

Uno de esos objetivos fue el líder nacional Manuel Colom Argueta, un académico, político revolucionario y el mejor alcalde que ha tenido la ciudad de Guatemala (1970-1974), fue ejecutado extrajudicialmente el 22 de marzo de 1979 en una emboscada, planificada por un grupo de oficiales del ejército en conjunto con miembros de la elite nacional fascista y ejecutada por esbirros al servicio de la dictadura militar contrainsurgente del general Romeo Lucas García.

El plan para aniquilar a Colom Argueta fue dirigido por el general David Cancinos Barrios, en ese momento jefe del Estado Mayor del Ejército y quien ese día coordinó las acciones y observó el operativo desde un helicóptero. Meses después, el general Cancinos Barrios murió en una emboscada organizada por una unidad de presuntos insurgentes. El Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP), reivindicó la acción como respuesta por la muerte de Colom Argueta.

Cuando me refiero a Colom Argueta como un líder nacional revolucionario, es porque su trayectoria política, profesional, académica e intelectual siempre estuvo vinculada a las luchas populares de los sectores sociales históricamente desposeídos, excluidos, discriminados y marginados como los pueblos indígenas, los campesinos, los trabajadores, por eso gozaba de prestigio nacional e internacional pero sobre todo, de un amplio reconocimiento y popularidad entre la población de todo el país, esa fue la razón principal de su eliminación física, porque se perfilaba como favorito para ganar la elección presidencial y su eventual llegada al poder, se consideró una amenaza para los intereses de la oligarquía y un estorbo a la candidatura del general Cancinos, quien tenía ambiciones presidenciales.

Esas cualidades del líder Colom Argueta me constan en primera persona, porque tuve la oportunidad de acompañarlo en giras promoviendo su candidatura por todo el país. Por aquellos días era militante del Frente Unido de la Revolución (FUR) el partido político fundado por Colom Argueta, en ese entonces fui parte de la Dirección Nacional del partido como Secretario de Relaciones Internacionales, por eso hablo con propiedad de las cualidades humanas que distinguieron a ese gran dirigente.

Siempre he dicho y lo reitero una vez más, que con su muerte eliminaron al último líder nacional revolucionario, que hasta el día de hoy y por mucho tiempo más, no existe ningún político que se le compare o menos que lo supere. Este 22 de marzo 2022 se cumplen cuarenta y tres años del crimen y de impunidad. En este país no extraña que los autores intelectuales y materiales sigan impunes

Artículo anteriorIrán convierte uranio a material para detectar cáncer
Artículo siguienteElecciones creencias y confianza