Flaminio Bonilla

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Flaminio Bonilla Valdizón
flamabonilla@gmail.com

Sigo. Por ello, cómo no remembranza cada año a esos mis grandes amigos de la Escuela de Derecho, mis cordiales y cómplices cofrades, a todos mis Maestros asesinados por el único hecho de “pensar diferente”, a cómo NO razonan NI piensan las oligarquías desde la época de la conquista, que lo único que han hecho es cambiar de tacuche o de asociaciones gremiales o de grupos paramilitares; más carecen de principios y raíces solidarias, porque la verdad y objetivo para ellos es seguir la explotación y estigmatizar a los racionales y sensatos pensadores, como esos intelectuales amigos ajusticiados por ser razonables y juiciosos; por tener inteligencia, lógica y discernimiento, ser abanderados de ecuanimidad, discursos y proyectos de un abierto, esclarecido e insigne humanismo. Porque fuimos muchos los de la generación de los 60s’ y 70s’, que nos involucramos en la acción rebelde y política desde las aulas de nuestra Tricentenaria Universidad de San Carlos, nos enrolamos con el vigor de la juventud y con ideales maduros, con pensamientos ciertos y de rebeldía, provistos de firmeza y buena fe, sabiendo que los caminos que abrazamos eran peligrosos y temerarios, tal vez precipitados y en parte inciertos. Más puedo afirmar con verdad y sin equívocos que en esas generaciones encontramos hombres y mujeres valientes y arrojados, con rasgos de osadía e intrepidez, figuras heroicas y ejemplares. Por ello y por nuestra formación, no podemos ser indiferentes ante la Injusticia total de un sistema opresor, que ahora más que antes, ha sido un desfile interminable de políticos mediocres y ambiciosos, ladrones y depravados y petulantes, corruptos y serviles, indiferentes y malvados, que definitivamente tienen personalidades discutibles, destructoras, opuestas y hostiles a la democracia, que nos orillaron a ser un Estado fallido y que están haciendo desaparecer a Guatemala como República. Pero nosotros quienes somos adictos y escoltamos utopías, mitos, quimeras o sueños o como quiera llamárseles, de ser partícipes del nacimiento de una sociedad redimida, más justa, cristiana, humana y solidaria, ¿Por qué si abandonamos la utopía, que nos queda a los que creemos y sentimos ser intelectuales y pensadores… los revolucionarios, democráticos, consecuentes y propositivos?

Siempre con cariño recuerdo a mis amigos de primaria muy constantes, con las Hermanas de la Caridad de la antañona “Casa Central”, sobre todo a nuestra querida Sor Ángela Salazar, la dulce y en ocasiones gruñona monjita que me enseñó mis primeras letras; a mis amigos afectuosos y permanentes de secundaria de mi colegio mariano “Liceo Guatemala”, donde los Venerables Hermanos Maristas, religiosos humanistas que me inyectaron y forjaron disciplina, mi profunda conciencia social y mi aberración constante por la injusticia infamante, ultrajante y oprobiosa, que aún a estas alturas del inicio de este nuevo siglo, la seguimos viviendo y sufriendo. Porque aunque suene jactancioso, yo sí fui y sigo siendo un practicante de la opción por los pobres y los desposeídos, de “Los Condenados de la Tierra” a quienes cantó Frantz Fanón. Continúo teniendo a los amigos de siempre y a otros que se han enrolado en esta gran cofradía en mi transitar de vida, quienes al igual que yo “les duele tanto esta Guatemala”. Amigos todos valiosos, que han sido fuerte muleta cuando mis fuerzas flaquean, mi ánimo se aherroja y la rigidez me invade, brindándome su hombro solidario y fraternal cuando tengo que llorar o diseminar sollozos y me impiden claudicar.

La soledad no fue para mi vida, ni tempestad ni borrasca, ni esclavismo u opresión. Son esas pruebas de existencia pero que no me han abatido; utópicamente invento que nací sólo y así puedo seguir caminando, pues mi compañera constante es mi palabra y mi verbo, mi prosa y la copla amiga. Y para esto únicamente necesito un pedazo de papel, de un bolígrafo, de un lápiz o de una pluma o sentarme ante el teclado a intentar garabatos y remedos de escritura, de insolencias o irreverencias o de congruentes, lozanas, redimidas, decididas y emancipadas grafías. Continuará.

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