Flaminio Bonilla Valdizón
flamabonilla@gmail.com

Seguimos. La soledad te retorna y retrotrae muchos años en el tiempo, recordando escenas amigables o desequilibradas, de tantos y tantos lugares frecuentados, donde hallamos cobijo y morada en esa agitada y confusa adolescencia o en lances y vicisitudes de nuestra madurez, algunas insultantes y sombrías, otras que sentimos luminosas y legendarias; reviviendo rancios recuerdos, cientos de imprudencias y anécdotas, tus cuitas y tus desvelos, unos con pequeñas dosis de remembranza paras recuerdos y evocación de cosas pasadas y desamparados, varios fugaces o audaces, algunos de timidez o atrevimiento, otros de melancolía y pena. De cosas que agujerean fuerte o profunda y dulcemente reviviendo un corazón cotidiano, y el mío así ha sido siempre, “un corazón cotidiano de cotidiano vivir”. Mi soledad no es una inventiva, ni tirantez, alejamiento o destierro, simplemente es añoranza y tolerancia. Porque como rezan estos fragmentos de una balada del cantautor argentino Leonardo Favio, “ . . . mi soledad . . . mi tristeza, esa es mía y nada más . . . su andén es mejor, vivo en soledad.” Porque a mí la soledad me enriquece, me da bienestar y crecimiento en mi esencia. Mi soledad no requiere de frases cariñosas, ni expectativas ni albergues; algún querido amigo me aconsejó que aunque suene egoísta o egocéntrico, pensara primeramente en mí, para meditar, ponderar y revisar mi vida, logrando así mejorarla en sus derroteros y metas, ya que al estar yo reconfortado y en paz conmigo mismo, mis seres amados estarán bien o mejor que yo. Vino entonces a mi mente esa frase de los gringos, “if you are okay, they are okay” –si tú estás bien, ellos están bien–.

Más creo que este año, aunque en lo material no fue del todo halagüeño, si lo fue en lo espiritual, tuve sucesos de vida placenteros algunos, otros transitorios y huidizos. Volví a tener angustia, ansiedad y miedos cervales, pero logré enterrar mis temores. No me atormentaron como en otros tiempos. Viví nuevas rutas de existencia y otras huellas marcaron mi destino y con mi andar de solidaridad y apego, creo haber señalado y dirigido por rumbos correctos y firmes a otras personas, que ahora son nuevos amigos de vida. Logré alcanzar algunas metas, otras quedan esperando. Estoy trabajando para publicar dos nuevos libros: uno de Derecho y Bancario y otro una Biografía de una guerrillera guatemalteca, y terminé en 2022 este libro titulado: –Poesía escogida y otros ensayos políticos y filosóficos–. También algunos amigos y lectores les llegó vertiginoso con mis prosas y mis versos. Más ahora en el invierno de la vida tengo una nueva tarea con mi inseparable amiga, esa literatura fresca que con el tiempo he tratado como siempre de mejorar su estilo con mi inspiración, en mi juicio sobre la vida y su praxis. Ojalá el Creador me dé más tiempo y me inyecte excelencia, sobriedad, criterio y animosa claridad.

En mi es un arrebato e impulso recordar a los ausentes que cayeron en esa lucha no estéril, porque antes se nos negó la voz y la palabra con el rugir de metrallas, la piel herida sangrante de la tortura “con las vendas negras sobre carne abierta”(*), la desaparición forzada o la desesperación del exilio político; más desde hace algunos años, nuestro pensamiento y verbo, creo podemos gritarlo y lanzarlo fuerte, abierto y claro, con creencia muy puntual, cierta y siempre sincera, aunque a esa elocuencia a veces se la lleve el viento. Nunca he logrado distanciar de mi memoria y ahondar profundamente en esa evocación y melancolía, por aquellos mis amigos y compañeros caídos en esa lucha cruenta y violenta que fue la más larga del continente americano, y que murieron combatiendo en los cerros, montañas, sierras, colinas y calles de las ciudades en defensa de sus ideales y convicciones marxistas. Repitiendo lo que hace algunos años les comenté, “en la Escuela de Derecho tuve amigos de rebeldía y lucha, de revolución y acción, por cambiar las estructuras oligárquicas de este pedazo de América, un país subdesarrollado, pobre y siempre desangrado, por esos parias que hirieron, torturaron, mutilaron y también asesinaron a miles de compatriotas, cuyo único pecado fue ser humanos inteligentes y reflexivos, que simple y sencillamente usaban el pensamiento y la pluma, como su única arma en la lucha por la vida”. Continuará.

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