Juan José Narciso Chúa

Muchas personas consideran que la situación del país se puede dilucidar en las urnas y por medio de elecciones, aunque tengo un pensamiento democrático y lucho por ello, creo que es una visión que puede parecer la apropiada o correcta, pero al final estimo que no es ahí donde se van a resolver todo el conjunto de problemáticas por las que atraviesa nuestro país.

Con ello tampoco estoy invocando a un rompimiento político y social, pero creo que las condiciones actuales, así como a las que nos quieren conducir, son una verdadera trampa. Existen varios hechos o situaciones que acá trataré de describir.

Uno el papel de bisagra de Sandra Torres, quien, en todo caso, pareciera que quiere participar de nuevo con la UNE desarticulada y venida a menos con un enorme desprestigio, así como después de perder las elecciones pasadas cuando contaba con una ventaja de más de medio millón de votos. Ello no la amedrenta, para nada. Sabe que ella es una pieza fundamental del sistema actual de continuidad para no cambiar nada y aunque pierda, sus bonos políticos como factor de desequilibrio –para favorecer a un candidato–, por su voto negativo, le redituarán favorablemente.

El segundo factor lo representa el control que tiene el Pacto de Corruptos y sus aliados, de todas las instituciones de justicia y de contrapeso. En este caso, el hecho de tener a su favor a todo el desprestigiado Tribunal Supremo Electoral, le permitirá el filtro institucional necesario para sacar o evitar a candidatos con posibilidades y favorecer a aquellos que constituyan la pareja de la línea de sucesión presidencial. Esto ya está ocurriendo, principalmente con candidatos ubicados en la oposición.

El tercer elemento que caracteriza estas elecciones se encuentra en figuras como Zury Ríos o Manuel Conde, que representan, junto a Sandra Torres, los candidatos de sucesión y de continuidad, en donde habrá autonomía en campañas, apoyo financiero para todos, favores del propio Estado, pero al final se decantarán por aquél o aquella, que se estime, por parte de las élites económicas, el que otorgue mayor confianza, motivo por el cual el financiamiento –otrora ilícito y ahora legal–, fluirá hacia él o ella –o hacia ambos–, para asegurarse que nada cambie, únicamente se modificarán discursos y propuestas pero que terminarán en el olvido para generar una gestión –como la actual, sin sentido, sin fondo o carente de contenido–, pero sin agitarle las aguas a las élites económicas, quienes darán el beneplácito y mantendrán su silencio cobarde cuando el país se continúe hundiendo.

El cuarto elemento, se inscribe en términos del conjunto de partidos políticos tradicionales. En la medida que sean más, en esa misma correlación, provocarán atomización de propuestas, muchas de ellas son auténticos distractores para hacerle perder votos a candidatos opositores y con propuestas auténticas de cambio –siempre que los dejen inscribirse–, con ello polarizan el voto principalmente en el área rural y aseguran que el candidato o candidata oficial se distancia y gane posteriormente.

Un quinto factor se encuentra en el papel de las municipalidades, quienes de ideología no tienen un ápice y menos aún de dignidad. Los alcaldes se aliarán a quien vaya a ser ganador o a quien el partido oficial y las élites le otorguen el beneplácito para mantener la “estabilidad” que ellos mismos necesitan, así como asegure el flujo de fondos del situado, obras y el IVA-Paz.

El sexto factor, que no es el último, se encuentra vinculado a las élites. Para ellos las elecciones son la excusa perfecta, así anularon mayor profundidad en los movimientos del 2015, catapultaron a un candidato desconocido que luego se convirtió en un sujeto perverso y ladrón. Las élites se rasgan las vestiduras con las elecciones porque son “institucionalistas”, además se encolerizan contra cualquier presión extranjera porque son “soberanos”, pero en la práctica se solazan con su “presidentito”, lo mangonean y mueven a su antojo, mientras el pueblo cada vez se empobrece más, pero para ello son “altruistas” y donan computadoras a escuelas, para sentirse mejor con su conciencia. Hoy conviven con poderes emergentes y aunque les causa escozor los soportan pues son parte del andamiaje de la continuidad, la corrupción y la impunidad.

No se pueden desconocer estos factores, seguramente hay más, pero una candidatura de oposición debe comprenderlos y saber que se va a enfrentar a todos ellos juntos. Pero la esperanza del cambio y la llegada de personas decentes, democráticos y con visión de cambio se encuentran ahí.

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