Fernando Cajas

Fernando Cajas, profesor de ingeniería del Centro Universitario de Occidente, tiene una ingeniería de la USAC, una maestría en Matemática e la Universidad de Panamá y un Doctorado en Didáctica de la Ciencia de LA Universidad Estatal de Michigan.

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Un Movimiento social es más que acciones atomizadas en contra de la corrupción. Un Movimiento Social es el conjunto sistémico de luchas erigidas en contra de un grupo de politiqueros y de funcionarios públicos que se han tomado la libertad de perpetuarse en el poder y atentar contra nuestra débil democracia. Si bien el 2 de octubre se visualiza el inicio de este movimiento nacional que pide la renuncia de los tres golpistas: Porras, Curruchiche y Orellana, la base social del movimiento ya existía. Por eso no hay que confundir la solicitud inicial de la renuncia de los tres golpistas con la naturaleza del Movimiento Social que es mucho, pero mucho más profundo.

Si bien el Paro Nacional se ha enfocado en la solicitud de la renuncia de la fiscal, el fiscal de la FECI y el juez del Juzgado Séptimo, ese no es el objetivo realmente. Si en este momento estos tres renuncian el movimiento seguiría porque tiene un objetivo más profundo, transformar esta sociedad. La independencia de Guatemala de la corona española no fue para crear un mejor país para todos, no; era específicamente para no pagar tributos. Es lo que actualmente hacen muchos miembros del CACIF, no pagar impuestos. Luego, la revolución liberal de la dupla Barrios-García Granados, nace, crece y se desarrolla para construir el Estado-Nación, un movimiento continental de construcción de repúblicas que en Guatemala les dio tierras y capital a los nuevos oligarcas que hasta la fecha existen, pero previo el Estado de los Altos.

Pero los movimientos sociales post independencia existieron al verse grupos de ladinos e indígenas no representados por la nueva República. Emerge entonces un proyecto de separación de Guatemala, el que era liderado en Quetzaltenango, pero tenía raíces en lo que entonces era Sololá y principalmente Totonicapán, incluyendo San Marcos. Previo a la revolución liberal de 1871 Quetzaltenango intenta separarse y por respuesta el gobierno central fusila al concejo municipal que se había convertido en la cabeza del nuevo Estado de los Altos. Un título de Arturo Taracena nos lo recuerda: «Invención criolla, sueño ladino, pesadilla indígena: Los Altos de Guatemala: de región a estado, 1740-1850.»

Las protestas universitarias de 1920 en contra de Manuel Estrada Cabrera terminaron con el derrocamiento de Jorge Ubico y el desarrollo de la Revolución de octubre de 1944 que a pesar de sus logros dejó una agenda inconclusa. Lo mismo para los Acuerdos de Paz, que a pesar de su firma luego no fueron vinculantes al accionar del Estado guatemalteco y nadie les hace caso. Ese conjunto de eventos siempre, siempre consideró de menos a los movimientos indígenas a pesar de ser la mayoría de la población guatemalteca. La toma de conciencia sobre nuestra identidad nacional aún no se da, pero este movimiento del 2023 es el primero que inicia rompiendo viejas dicotomías y hace despertar a la población.

La defensa del nuevo gobierno de Arévalo y Herrera trae esperanzas para todos, menos para el Pacto de Corruptos. Debemos asegurarnos que no se de el golpe de estado y defender, con nuestras vidas, este intento de cortar nuestro derecho de refundar nuestro país. El modelito de corrupción ya llegó a su límite. No podemos seguir creyendo que este grupo de politiqueros dejarán de ser corruptos. Ellos harán hasta lo imposible por sostener sus privilegios y nosotros debemos unirnos, romper lo que aparentemente nos desune para replantear el futuro de nuestra vida en este país.

Los días que vienen serán difíciles. No debemos caer en la tentación de la violencia. Debemos seguir hablando. Debemos seguir negociando lo que se pueda negociar de la metodología de nuestra Resistencia. Lo que no es negociable es que den golpe de estado. Eso no. Ya ni la renuncia de la fiscal se vuelve importante. La lucha será cruenta, dura, desigual, mediada por infiltrados y netcenters pagados solo para confundir y para mantener la narrativa de que Giammattei está vestido de primera comunión, de que la fiscal cambió totalmente la función del Ministerio Publico y ahora es el defensor de la democracia, dicen.

Así que defendámonos contra el golpe de estado. Resistamos. Seamos creativos, mientras respiremos profundo porque es el momento de construir de refundar nuestro país y obligar al Estado que respete los derechos fundamentales de los guatemaltecos. O es ahora o nunca Guatemala.

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