Fernando Cajas

Fernando Cajas, profesor de ingeniería del Centro Universitario de Occidente, tiene una ingeniería de la USAC, una maestría en Matemática e la Universidad de Panamá y un Doctorado en Didáctica de la Ciencia de LA Universidad Estatal de Michigan.

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Por mucho tiempo nos han separado falsos discursos, falsas dicotomías: indio/ladino, negro/blanco izquierda/derecha, etcétera. Ya no queremos más de eso. 

Estas y otras falsedades son parte del discurso populista de la actualidad. El objetivo es evitar que nuestro pueblo se una y así poder dominar a una comunidad que en su mayoría vive en condiciones paupérrimas, esto es, altísimos niveles de desnutrición, pobreza, desigualdad, producto de la intensa corrupción de un Estado cooptado para fines egoístas de unos pocos, entre ellos, políticos falsos, pastores falsos, empresarios falsos, narcos verdaderos. Ya no más de eso. 

Estamos a pocos días de la segunda vuelta de la elección presidencial de Guatemala. Esta votación representa una verdadera oportunidad para fortalecer la democracia guatemalteca, oportunidad para iniciar un proceso de transformación que produzca sistemas educativos y productivos más eficientes, donde las universidades sean realmente centros de innovación y no sólo subsistemas de repetición escolar. La elección del 20 de agosto debe verse -para la mayoría de guatemaltecos- no como la lucha entre falsas dicotomías, sino como la intersección de lo que nos hace ser guatemaltecos, lo que nos es común, lo que nos une y estos son: los deseos por una sociedad más justa, con más oportunidades laborales, con más libertad.

Han pasado sesenta largos años desde que el sueño de un mejor país -y el sueño de Juan José Arévalo Bermejo- quedó truncado. Ha pasado una cruenta guerra civil, hay mártires, jóvenes inocentes, hombres y mujeres, exiliados, huérfanos, padres y madres buscando los cuerpos de sus hijos e hijas, cruelmente desaparecidas por soñar con una sociedad más justa. Con la venida de la democracia y la consolidación del populismo cada vez nos hemos decepcionado más de nuestros gobernantes, esencialmente porque han sido mentirosos, manipuladores y corruptos. Pero estos gobernantes para gobernar requieren de una lógica de la represión y una política del miedo, miedo que se ha sembrado en la sociedad guatemalteca. Ya no queremos más de eso. 

Ya es momento de tomar el control sobre nuestro futuro. Ya es momento para que dejemos de ser victimas y que asumamos las riendas de nuestras vidas. Para eso es necesario unirnos. No podemos caer en creer esas falsas dicotomías que siempre nos han separado. Ya es el momento de tirar la monotonía, de no dejarnos manipular por ninguno de los recursos favoritos de los politiqueros, ni el miedo, ni el odio, sino más bien por el valor y la honestidad. No es posible seguir viviendo en un país tan hermoso, tan lleno de tantas maravillas, con gente trabajadora y honesta pero gobernada por un grupito de corruptos: Ya no más de eso. 

No es posible aceptar como normal la desnutrición de más de la mitad de la niñez guatemalteca. No es posible seguir con carreteras desechas por la corrupción. No es posible no tener un sistema de salud justo y eficiente porque hay una mafia alrededor de la venta de medicinas. No es posible que siga en la obscuridad todo el producto de la minería para enriquecer los bolsillos del gobierno de turno. No es posible que las universidades se presten a la manipulación política de la población al tener funciones políticas «legales» en la conformación de las Cortes, pero ilegitimas. Ya no más de eso. 

La hermosa tarea que nos convoca es la que tuvieron nuestros padres y madres, abuelos y abuelas en 1944. Para eso tenemos que unirnos. Estamos a las puertas del renacer de este hermoso país, no tenemos por qué temer: Ni la represión ni el miedo nos van a detener. Ya no más de eso: Unámonos.  

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