Fernando Mollinedo

mocajofer@gmail.com

Guatemalteco, Maestro de educación primaria, Profesor de segunda enseñanza, Periodista miembro de la Asociación de Periodistas de Guatemala, realizó estudios de leyes en la Universidad de San Carlos de Guatemala y de Historia en la Universidad Francisco Marroquín; columnista de Diario La Hora durante 26 años, aborda en sus temas aspectos históricos, educativos y de seguridad ciudadana. Su trabajo se distingue por manejar la palabra sencilla y coloquial, dando al lector la oportunidad de comprender de modo sencillo el universo que nos rodea. Analiza los difíciles problemas del país, con un criterio otorgado por su larga trayectoria.

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El presente artículo no está dedicado a los muertos a quienes se les recuerda el dos de noviembre de cada año, porque los deudos esperan que los finados estén descansando en paz.

Hoy escribo acerca de los “políticos” muertos en vida que no descansan en la busca de dinero fácil, el reconocimiento oficial, el afán de sentirse importantes ante la sociedad dirigiendo instituciones y dependencias administrativas del gobierno sin tener las calidades ni cualidades para hacerlo; esos muertos vivientes han aparecido en la palestra política cual angelitos de primera comunión, con la desfachatez por delante.

Algunos permanecieron semiescondidos, otros fueron y son huéspedes por tres o cuatro años en otros países donde han gastado e invertido parte del dinero robado, hurtado, escamoteado, birlado, apropiado indebidamente; en buen chapín: hueveado.  A partir del resultado de la primera vuelta electoral y su posterior triunfo se han escurrido dentro del partido ganador, el cual, al no tener cuadros suficientes para ejercer el poder, los ha aceptado dentro de sus filas.

Vuelven al país sintiéndose con el derecho de exigir… y se sienten con la autoridad moral para aconsejar a las futuras autoridades administrativas y ver qué hueso les puede tocar. Ignoro si en el partido ganador tienen amnesia selectiva, o conocen los antecedentes delictivos de algunos de estos “colados” y prefieren hacerse los babosos pensando en aprovecharse en un futuro cercano de la experiencia en corrupción adquirida durante los regímenes del pasado. 

Estas alimañas y ratas de dos patas le hicieron un gran daño a la población de Guatemala al haberle hueveado a la hacienda pública millones de quetzales que pudieron haber servido especialmente a los pobres que no tuvieron ningún incentivo ni ayuda oficial para tener un nivel digno de vida y no como el que actualmente poseen; lo cual significó permanecer hasta hoy en la pobreza y el olvido por parte de los gobiernos corruptos desde hace treinta y siete años.

El saqueo realizado por los exfuncionarios y empleados públicos ha sido interminable, y para ello los muertos moralmente que ahora regresan a la vida política, recordemos que utilizaron para el saqueo su falso amor por Guatemala, el nombre de Dios, de la democracia, de un futuro mejor, de la ciudad del futuro, de un país rico en recursos naturales y por eso lo vendieron a los también corruptos postores nacionales e internacionales tales como Odebrecht, la Terminal Portuaria en Puerto Quetzal, Libramiento y Hospital de Chimaltenango, Aviateca, Bandesa, Guatel, Fegua y otras dependencias privatizadas. Milagro de Dios que no se han hueveado el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social -IGSS-, que estuvieron a punto…

Y así todos los saqueadores vuelven a las andadas con el propósito de  saquear los programas sociales, establecer nuevos fideicomisos, generar todos los canales para succionar los bienes del país, es decir, exprimirlo… y satisfacer sus banales necesidades, disponer de los bienes de la nación para entregarlos a los extranjeros pretendiendo que los únicos que tienen derecho a vivir holgados son ellos, los corruptos de ayer y que hoy se presentan como inocentes palomitas ante el nuevo grupo político que tomará posesión el catorce a las catorce.

A estos muertos en vida moral, debería de aplicárseles la muerte civil consistente en que, si fueron, han sido o son autores, cómplices, terceros interesados, promotores de actos corruptos que lesionaron el erario nacional, se les prohíba de por vida el ejercicio de cargos públicos, porque lo anterior indica la nula o escasa escala de valores que pudieron enseñarles sus padres en su hogar durante su “formación” como personas y también porque: “gallina que come huevo, aunque le quemen el pico”.

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