Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Emilio Matta Saravia
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En menos de dos años habrá un nuevo proceso electoral en Guatemala.  Con las elecciones del 2023 en mente, además del burdo saqueo del erario por parte de funcionarios, alcaldes, sus respectivos financistas y allegados, es que fue pensado y diseñado el onerosísimo Presupuesto General de Ingresos y Gastos del Estado 2022, el mayor en la historia del país.

Este proceso ocurrirá en medio de un dominio total de prácticamente todas las instituciones del Estado (Congreso, Corte Suprema de Justicia, Corte de Constitucionalidad, Tribunal Supremo Electoral, Contraloría General de Cuentas y Ministerio Público) por parte del gobernante y sus “aliados”, y lo pongo entre comillas porque hemos visto a lo largo de estos gobiernos que las alianzas durarán hasta que las ambiciones particulares pueden más que dichas alianzas.

La “alianza” oficialista dispone de una amplia gama de candidatos, que va desde Zury Ríos (cuyo alfil Molina Barreto está allí para asegurarle su candidatura presidencial), pasando por reciclados como Enrique Degenhart o la misma Sandra Torres, hasta intentar violentar la Constitución con una posible reelección del actual mandatario (es presumible que su fiel colaboradora Leyla Lemus hará lo que el presidente le indique).

Pocos, muy pocos, voltean a ver a nuestros vecinos centroamericanos.

Lo que ha sucedido en Honduras, por ejemplo, no es producto de la casualidad.  Tras décadas de gobiernos corruptos, dedicados al latrocinio y al saqueo del erario, aliados incluso con el crimen organizado, la población de este país llegó a un hartazgo tal que se decantó en las urnas por una candidata extremista que llegará con la consigna de realizar cambios radicales en la política y principalmente en la economía del país.

No coincido con la ideología de la virtual presidenta Xiomara Castro, ex esposa de Mel Zelaya, y creo que entre la serie de propuestas que enumeró que va a ejecutar en sus primeros 100 días de gobierno, hay algunas que son pura retórica sin sentido y otras que son inviables en la práctica.  Habla de estatizar empresas y servicios que ya fueron vendidos u otorgados en concesión por gobiernos anteriores, con lo que seguramente iniciarán procesos legales en su contra.

Llegó con una coalición al gobierno, pero su discurso confrontativo y radical terminará muy pronto con sus “alianzas”.  Cuando la economía se descalabre, producto de decisiones erradas en materia económica, no dudará en culpar a los Estados Unidos, como lo han hecho los Castro, Chávez, Maduro, Ortega y otros dictadores tropicales ante sus estrepitosos fracasos económicos.

En Guatemala, cuando lleguen las elecciones del 2023, estaremos en una situación muy similar a la que se vive actualmente en Honduras.  Creo que es muy probable que el MLP, el brazo político de CODECA, gane las próximas elecciones presidenciales además de que va a poner a una cantidad importante de diputados y alcaldes.

Lo creo porque el MLP tiene bases muy sólidas en el interior del país y es una agrupación política que va en un constante crecimiento.

También creo que hay un altísimo grado de fragmentación y una ausencia total de liderazgo en cualquier rival político.  Su 4º lugar en los pasados comicios lo demuestra.  Pero la principal razón por la que creo que este grupo radical llegará a la presidencia, es por el hartazgo de los guatemaltecos, de ver cómo cada cuatro años llega una nueva horda de ladrones al gobierno, uno peor que el otro, siendo este último, el del doctor Giammattei, el peor de todos.

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