Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Emilio Matta Saravia
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Entre el sábado pasado y el martes de esta semana, el Presidente Alejandro Giammattei tuvo un importante revés político, al ser improbado el enésimo Estado de Calamidad que promueve. Además, gracias a las transmisiones en vivo de las votaciones en el Congreso que proporcionó el diputado Aldo Dávila, los guatemaltecos pudimos constatar de primera mano la asquerosa e inmunda compra de votos que el presidente del Congreso realizaba para intentar la aprobación del decreto 8-2021 que daría vida al Estado de Calamidad. Y casi lo logra.

Con el pretexto del incremento de casos de COVID-19 en el país, se pretendía aprobar el Estado de Calamidad para dar rienda suelta, durante treinta días, al inescrupuloso saqueo de las arcas públicas que, a medida que ha avanzado la pandemia, ha sido cada vez más evidente y descarado. La excusa de siempre ha sido la “necesidad” de agilizar las compras y contrataciones de personal de salud, ya que los mecanismos actuales “supuestamente” no permiten, según el Presidente, dotar de personal e insumos a los hospitales para atender la escalada de casos que se han dado en las últimas semanas, apreciación totalmente errada.

En realidad, el gobierno ha dispuesto de suficientes fondos y tiempo desde que inició la pandemia para comprar y contratar todo lo que ahora piden que se haga por calamidad pública. No lo han hecho porque el gobernante y sus adláteres han privilegiado el latrocinio del erario sobre la vida de los guatemaltecos. Eso quedó claro desde el inicio de la pandemia, cuando los médicos del hospital temporal del parque de la industria se quejaban de la falta de insumos y de personal, además del impago de sus salarios, y el Presidente y su impresentable Ministro de Salud, salían en cadena nacional negando la evidente realidad de la falta de insumos, de personal médico y de apoyo. El gobierno de Alejandro Giammattei ha tenido, de lejos, los presupuestos más abultados y desfinanciados en la historia de este país. Con los más de 30 mil millones de Quetzales para atender la pandemia en 2020, además de lo presupuestado para el 2021 (que fue la misma cantidad que en 2020, ya que la no aprobación del proyecto de presupuesto dejó vigente el presupuesto del 2020), sobran recursos para atender esta escalada de casos, utilizando los mecanismos actuales. Que no lo quieran hacer porque prefieren la opacidad que brinda comprar bajo Estado de Calamidad, son otros diez pesos.

Comentario aparte merece la ridícula y arrogante declaración del gobernante en CONADUR, esta semana, indicando que “…con buena mano, así como la mía, 300 vacunas, al chilazo y sin quejas porque se ponen bien…”, la cual refleja sin tapujos su soberbia y su preocupante condición de egolatría y narcisismo, así como su evidente desprecio por quienes diariamente están vacunando.

Yo le aconsejo al Presidente que dedique su tiempo a sentarse a buscar soluciones (que sí las hay) con sus equipos de los Ministerios de Finanzas y de Salud, para encontrar los mecanismos de ley que le permitan trasladar los recursos necesarios para hacer las contrataciones que necesiten los hospitales para abastecerlos de insumos y personal y así atender a los guatemaltecos, de manera transparente. Eso, en vez de ir a pavonearse, enfundado en una bata blanca, a los centros de vacunación, intentando lavar su paupérrima imagen por el pésimo manejo de la pandemia, cuyas consecuencias cada día que pasa son más y más severas.

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