Edith González

hedithgonzalezm@gmail.com

Nací a mediados del siglo XX en la capital, me gradué de maestra y licenciada en educación. He trabajado en la docencia y como promotora cultural, por influencia de mi esposo me gradué de periodista. Escribo desde los años ¨90 temas de la vida diaria. Tengo 2 hijos, me gusta conocer, el pepián, la marimba, y las tradiciones de mi país.

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Se cree que hace 6 mil años antes de Cristo las mujeres de la familia y vecinas de la mujer en gestación empezaron a considerar la ayuda al nacimiento de un nuevo ser, actividad que hasta entonces realizaba el esposo.

Siendo así que  algunas mujeres van tomando mayor experiencia y empiezan a ser requeridas con más frecuencia para ayudar durante el trabajo de parto. Naciendo así el oficio de comadrona, partera o, en griego, «obstetrix» (palabra de la que deriva obstetricia y obstetra).

Se considera que la asistencia al parto ha sufrido muy pocos cambios a lo largo de la historia y muy especialmente en aldeas y sitios lejanos en donde no hay médicos. Así que de mujer a mujer se practica la sororidad y ayuda. Las mujeres comadronas siguen aún hoy en día siendo las únicas verdaderas especialistas que saben atender correctamente a las mujeres en el parto, además de aliviarles el dolor y aconsejar en su vida sexual, trasladando sus experiencias y conocimientos a las nuevas generaciones de familia.

El 19 de mayo «Día Nacional de la Comadrona Guatemalteca» el Ministerio de Salud convocó a un Encuentro en donde se pudieron escuchar experiencias y nuevas formas de ayudar a dar vida, así como las precauciones, cuidados e higiene que deben de tener antes, durante y después de que la mujer dé a luz como decían las abuelas.

Y vienen a mi mente las historias que mi esposo Ricardo Gatica Trejo comentaba de su madre Mélida Olimpia Trejo Ibáñez, quien era una enfermera, calificada como partera que empezó a realizar este trabajo por el año 1954 del siglo pasado. Comentaba él cómo a cualquier hora del día o la noche tocaba un hombre a la puerta solicitando sus servicios para la esposa.

“Y allí salía mi madre, quien nunca se pudo negar, bajo el sol, la lluvia o los lodazales siguiendo al marido, que alumbraba el camino, cuando era de noche, con una antorcha o una vara de ocote, y tras ella él y su hermana Isabel.

Allí a la puerta del rancho me quedaba dormido, me comentaba hasta que se escuchaba el llanto del bebé. Por su parte, su hermana Isabel Trejo entraba con su madre y aún siendo muy pequeña le ayudaba, pasándole lo que requería para realizar la labor.

Las que a veces terminaban rápido, pero en ocasiones llegaban con la luz del sol y retornaban ya entrado el nuevo día. Eso sí, viendo a su madre feliz de haber podido servir a otra mujer a traer su bebé a la vida. En una de esas aldeas a 30 kilómetros de la ciudad, pero en esos tiempos como dicen “perdidas de Dios”.

Según Isabel, cuenta su madre Mélida Olimpia, una muy inquieta, atendió partos en distintas aldeas de San Pedro Ayampuc, Chuarrancho, San Martín Jilotepeque, San Lucas Sacatepéquez, llegando quizás a ayudar a más de 200 mujeres. También recuerda cómo las familias agradecían su trabajo con un poco de frijol, maíz y en ocasiones hasta una gallina.

Y luego de las charlas la entrega de diplomas y los saludos, la Subdirección General de Salud Policial, Policía Nacional Civil, a nombre del subdirector interino, Comisario Bender Fuentes Godínez, la subinspectora, Reyna Victoria López Cabrera, del Programa de Promoción a la Salud, de dicha institución y su personal hicieron entrega de mochilas a cada una de las presentes, deseándoles éxitos en sus labores e instándolas a aprender cada día más, en beneficio de la vida que ayudan a traer al mundo.

Con la aprobación del Decreto 22-2022, Ley que declara el 19 de mayo de cada año como “Día Nacional de la Comadrona Guatemalteca» estableció un apoyo económico para ese año de Q3 mil para las alrededor de 23 mil 500 comadronas de todo el país.

Si lo juntamos podría parecer mucho dinero, sin embargo, es una cantidad mínima si consideramos que cada comadrona debe comprar guantes, gabachas, gorros desechables;  además de tijeras especiales, toallas, sábanas, palanganas y hasta pagar sus pasajes para ir a atender a una parturienta.

Quizás el dinero que se entrega  a muchas ONGs de salud, las que nunca reportan en qué lo invierten podrían mejor asignarlo a las comadronas registradas quienes a diario realizan una excelente labor en los sitios más lejanos del territorio nacional, allá donde no hay hospitales, centros ni clínicas de salud ni llegan los médicos. Piénselo, señor Ministro de Salud.

Vaya para ellas, las Comadronas, mujeres arrechas, mis felicitaciones y muestras de respeto por su labor para los guatemaltecos.

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