Con la creación del sitio classmates.com por Randy Conrads en 1995 con el fin de que la gente pudiera recuperar o mantener el contacto con antiguos compañeros del colegio, o de universidad, las redes sociales emigraron al mundo digital.
En 2002 aparecieron los primeros sitios web promocionados las redes de círculos de amigos en línea. En la actualidad existen más de 200 sitios de redes sociales.
En la actualidad para visibilizarnos, debemos tener un perfil en línea, que permita ser un referente para conseguir empleo, lograr una beca, realizar prácticas y hasta para conseguir pareja. Por lo que debemos haber ido creando una reputación digital que no pueda perjudicarnos.
La red permite que un participante invite a sus amigos a unirse al sitio y estos repiten el proceso, creciendo el número de miembros y los enlaces de la red. Pudiendo perderse el control de quien participa permitiendo la publicación de comentarios, imágenes o videos que puede perjudicar nuestra reputación digital.
Muchos matrimonios y empleos se han perdido por publicar fotografías y comentarios indebidos, por la misma persona o por un usurpador.
Cualquier comentario, imagen o video comprometido puede viralizarse, algo que puede perjudicar la reputación digital. De ahí la importancia de comenzar cuanto antes a gestionar una identidad digital cuidada y positiva.
“La identidad digital es un lienzo en blanco en el que plasmar diferentes pinceladas de lo que somos o nos gustaría ser. La clave reside en su continua actualización, ya que todo lo que se hace en la red pasa a formar parte de dicha identidad”, explica Manuel Área, catedrático de la Universidad de La Laguna-España.
Hay que ser consciente que lo publicado en la red permanecerá por siempre en ella y va a influenciar directamente en la identidad digital futura, tanto en el aspecto personal como en el profesional.
Los jóvenes tienen derecho a su espacio personal en la red sin la intromisión de los padres. Esto nos empuja a crear una relación de confianza y respeto por lo que debemos trabajar en ello desde que son pequeños.
La mejor forma de trabajar esta confianza es que los más pequeños hagan uso de estas herramientas digitales en un entorno común, bajo supervisión de un adulto guía de su aprendizaje, ya sea buscando páginas, videos o recursos de interés para el menor.
Los videojuegos ayudan a los niños a desarrollar habilidades y destrezas que también pasarán a formar parte de su identidad digital. Lo importante es respetar la clasificación por edades, la gestión del tiempo que pasan con ellos y en qué circunstancias pueden usarlos.
De poco servirá tener a los niños en una burbuja sin tecnología. No querer que participen en el mundo digital no significa que otros no hablen de ellos y puedan configurar parte de su identidad con las imágenes o videos que compartan de nuestros hijos.
Y debemos considerar que existen muchas herramientas para configurar la identidad digital: blogs, redes sociales, canales de video… Una persona puede utilizar una o varias, pero tiene que ser cuidadosa en todas.
Es imprescindible cuidar las fotografías y videos que nos tomamos o dejamos nos tomen, así como su uso responsable en las redes sociales configurando las opciones de privacidad y seguridad, eligiendo a quién agregan o con quién compartir contenido favoreciendo entornos seguros solo con personas conocidas.