Edmundo Enrique Vásquez Paz

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Durante sus ya dos décadas de existencia, en el contexto de FILGUA se han dado importantes acontecimientos; hitos y, también, sucesos simples. Muchos de los que parecen insignificantes, merecen ser llamados a la memoria. Hilvanan la historia.

FILGUA se ha ido convirtiendo en una tradición nacional con muchos olores y sabores. Así como con muchas señas y señales que prestigian un suelo soñado y presagian el sueño de muchos.

A continuación, deseo transmitir una anécdota que me relataron. Anécdota que suena a sueño y bien podría serlo. No lo sé. Tampoco me he puesto en ese “modo de verificación de su autenticidad” que tanto se recomienda en este mundo nuevo. Un mundo no solo plagado de fake news -de manufactura casi artesanal- si no que, actualmente, vuelto más sofisticado e incierto con la aparición y el auxilio de la Inteligencia Artificial (IA). Un universo en el cual parece que dejará de ser posible -dicen muchos-, distinguir lo real de lo irreal…, la mentira, de la verdad…

Lo que llegó a mi conocimiento es algo casi trivial. Lo cuenta un guatemalteco que participó apenas el año recién pasado como oyente en la lección inaugural de los cursos de literatura en una universidad del sur de los Estados Unidos. Describe una inesperada y muy grata experiencia que vivió. Y la relata más o menos así:

Sucedió en una universidad de La Florida.

Había llegado yo como invitado a la cátedra inaugural del curso de Literatura hispanoamericana.

El encargado resultó ser un renombrado intelectual originario de nuestra hermana República de Nicaragua. En su exposición, rememoró y exaltó a Rubén Darío; recordó a Ernesto Cardenal y su Solentiname; se refirió a las novelas de su coetáneo, Sergio Ramírez.

Estaba yo muy interesado siguiendo la enriquecedora y amena charla cuando, de manera inesperada, hizo él referencia a un episodio de su propia historia. Contó con nostalgia un pasaje que involucraba a Guatemala. ¡Escuché con atención! -confiesa.

…el singular profesor nicaragüense relató con gran afecto cómo había partido de Managua rumbo a Guatemala en un caluroso día de Julio; hacía ya varios lustros;… siendo él un joven que tenía ya gran afición por la escritura y deseaba conocer a artistas de su misma generación… tener la ocasión de conversar con alguna de las celebridades… Su propósito: visitar la Feria del Libro de Guatemala, FILGUA.

…hizo mención al trayecto, en un autobús tipo galgos, y a la parada de rigor en Choluteca, Honduras, a pasar la noche;… describió sus impresiones al aproximarse y al ingresar en la gran urbe que era para él la Ciudad de Guatemala;… y cómo lo recibieron unos jóvenes amigos en la estación de zona 1…; desgarbados, contentos y en plena “sintonía de sintonizar”;… uniformados con morrales de lana de Sololá…

Se refirió el maestro, de forma breve, pero con emoción, a su experiencia en el seno de esa Feria que, en aquél entonces, se llevaba a cabo en el Parque de la Industria. Contó cómo llevaba él algunos poemas de su propio cuño;… describió el momento cuando, con natural nerviosismo, los pudo presentar…, así no más…, informalmente…, en un café instalado allí en la gran galera…; así como escuchar, de la voz de sus autores, las creaciones de otros jóvenes… de Guatemala y de otros países de la región… Jóvenes, en esa época; ya viejos, hoy, igual que él;… y que han sido sus compañeros de letras en este fecundo y trágico cinturón de las Américas…

También mencionó él cómo realizó su primer contacto con un editor interesado en sus escritos… Lo que lo llenó de esperanzas…

Dice que, después, el amigo nicaragüense se refirió brevemente a Guatemala, a sus paisajes y a sus colores… y a cómo le habían impresionado algunos modismos y el carácter de los guatemaltecos -más reservados que “los nicas”, pero muy buena gente…

Después de la ceremonia, tuve la oportunidad de compartir brevemente con el maestro… y acompañarlo, luego, en su trayecto por los corredores, para abandonar el gran edificio…

En el camino, muchos jóvenes lo abordaban con respeto y admiración… Él, amablemente, me iba presentando como “el hermano del país de la FILGUA”…

“¡El hermano del país de la FILGUA!”. Me conmovió ese detalle. Me movió a pensar en mí mismo. En la literatura. En mi pequeño y enorme país…

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