Edmundo Enrique Vásquez Paz

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Edmundo Enrique Vásquez Paz

-Ideas de concepto-

Un elemento muy importante de tomar en cuenta al momento de elaborar los planes de gobierno es que, una cosa es el Organismo Ejecutivo y otra, muy distinta, el Organismo Legislativo (Congreso). Parten de diferentes atribuciones y les corresponden distintas funciones. Deben mantener su independencia entre sí (mandato constitucional) aunque nada les impide -además de ser beneficioso- que, dentro de esa categoría de independencia, sepan colaborar racionalmente en pro del ”Buen Gobierno” de la nación.

Muy relacionado con lo anterior, está la reflexión de que muchas de las ejecuciones a las que aspire un determinado partido, deberán contar con un sustento normativo o legal para ser realizadas. Por esa razón, cuando se elaboran los planes de gobierno, debe hacerse el repaso de todas las áreas temáticas en que la oferta ejecutiva deberá ir acompañada de un esfuerzo legislativo. Esto debe significar que se debe construir una agenda legislativa derivada del plan de gobierno general.

Así como los planes generales de gobierno deben ser un derivado directo de las plataformas ideológicas de los partidos; las agendas legislativas deben ser la expresión de esos planes para el escenario de lo legislativo. Las agendas legislativas, deben partir de los compromisos y los deberes que los partidos políticos enuncian para lo que deberá ser su gestión desde el Ejecutivo.

Demás está decir que, para el ámbito de lo legislativo, también se deben contemplar temas que no están directamente relacionados con las acciones contempladas para el Organismo Ejecutivo, pero pueden tener una significancia especial en la construcción del país que se desea. Baste con señalar la importancia de atender asuntos nuevos tan importantes como lo que se podría referir a contar con una ley para normar todo lo concerniente al uso y manejo del agua, una ley para normar todo lo relacionado con la responsabilidad civil y que incluya a funcionarios públicos, una ley de servicio civil, …y tantas otras que se podría mencionar. O la importancia de deslegislar (“higiene legislativa”), de proceder a la corrección de leyes impropias por su forma (“saneamiento legislativo”) o de modificar leyes ya existentes. Como se puede apreciar, el campo de posibles intervenciones es muy amplio. Lo que no debe mover a la tentación de proponerse mucho y generar agendas legislativas con contenido disperso y poco concreto, y difíciles de percibir.

Este artículo se concentra en el tema de la Agenda Legislativa que cada uno de los partidos políticos deberían tener y pretende incluir sugerencias sencillas en lo que corresponde a su manera de presentarlas y de servir como instrumentos con alguna utilidad. Su objetivo es afectar tanto a esa ciudadanía que deseamos activar para que participe en la política y llegue a constituirse en un “Soberano” eficiente, como a las entidades (los partidos) que plantean las ofertas políticas en tiempos de campaña electoral y los que lleguen a desempeñarse con legisladores en el Congreso. El caso de los partidos en la búsqueda del poder municipal lo dejamos para más adelante.

El presente texto está construido a partir de mi personal decisión de ir a las urnas aquí en Guatemala y en sus circunstancias; lo que me hace un ciudadano que percibe la necesidad de algunas prácticas que no son usuales entre los partidos políticos nacionales pero que son sencillas de adoptar y facilitarían a la ciudadanía la práctica de estar informado e ir a votar con criterio. No se basa en los resultados de ninguna investigación. Se dirige a los partidos en un intento de señalar cómo es que podrían comunicar sus propuestas políticas de mejor manera y desempeñarse en el Congreso de forma tal que contribuyan a la formación ciudadana. Algo que está íntimamente ligado a la capacidad de cada uno de los partidos de presentarse ante el electorado tal cual es y, con ello, abonar a su propia causa. Asunto que debe ser de su interés. Como se puede intuir, se trata de un aporte a la construcción de una situación ideal; distinta de la actual.

Parto de la utopía de considerar que nuestro país ha llegado a ser uno en el cual los auténticos “dueños” de los partidos políticos que existen son sus afiliados. Parto de la utopía de que todos y cada uno de los partidos ya son organizaciones que tienen claridad sobre los objetivos que persiguen. Parto de la utopía de que los partidos políticos son organizaciones consistentes porque se integran por conjuntos amplios de ciudadanos que comparten intereses grupales y visiones que les son comunes. Parto de la utopía de que cada uno de los partidos que juega en el escenario político, tiene la hidalguía de presentarse ante la opinión pública tal cual son ideológicamente (vía sus “plataformas”) y en términos de lo que persiguen concretamente (vía sus listados de compromisos y obligaciones que asumen ante el público). Parto de la utopía de que los partidos políticos no se mueven en el escenario para engañar a ninguno si no que para ofrecerse como alternativas consistentes en términos de lo que auténticamente son. Parto de la utopía de que los partidos políticos -entendidos como la suma de sus afiliados- son entidades que actúan de buena fe.

Inspirado en las utopías apuntadas y conocedor de nuestra precaria realidad, mis pensamientos se orientan a hacer consciencia en los partidos en términos de que hay cambios que podrían adoptar y que son para su beneficio como tales y que deberían hacer uso del ascendiente que tienen entre la ciudadanía para difundir la idea de que es dentro de los cánones de la democracia que debemos perseguir la solución de nuestros males. Mis ideas se dirigen a ellos. Están concebidas como sugerencias.

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