Édgar Paz

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Édgar Paz (Jota)*

 En cuanto al clima, la mañana del 29 de diciembre de 1996 no será necesariamente diferente a la del año 2021. Sin embargo, el aire que se respiraba aquel lejano día era otro. Entonces, había esperanza. Las ilusiones inundaban el ambiente de un país rasgado por la represión, el dolor y la muerte. Finalmente, después de más de 30 años de conflicto armado interno, se firmaban los Acuerdo de Paz.

Hoy, mientras escribo estas líneas, sucede algo inédito: lo hago desde el “Reducto 28 de septiembre”, el estudio en donde trabajó los últimos años de su vida Ricardo Rosales Román (Carlos Gonzáles, 1934-2020), uno de los signatarios de los acuerdos y quien rubricó el documento en aquella fecha, en su calidad de Secretario General del Partido Guatemalteco del Trabajo, PGT, y de la Comandancia General de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, URNG.

Al estar aquí (gracias a la amable invitación de su compañera de toda la vida, Ana María Arroyo y del hijo mayor de ambos, Ricardo Pedro), con la intención de conmemorar aquel esfuerzo extraordinario, me ubico en un despacho en el que hay una amplia biblioteca con los más diversos títulos. Ir desde libros de poesía —de autores tan diversos como César Vallejo, Walt Whitman, Miguel Hernández y, por su puesto, Otto René Castillo— a las Obras completas de Lenin —me sorprende ver que están en absoluto orden y trabajados minuciosamente con apuntes y notas los 51 tomos en los que se reúne el pensamiento del líder de la Revolución Bolchevique— me hace recordar las características del compañero Carlos, quien era capaz de transitar entre temas diversos, ver el mundo desde una óptica amplia y tomar decisiones a partir del rigor de un pensamiento labrado no desde el dogma sino del razonamiento, no desde el esquema, sino con base en los principios y la lealtad a una ideología adaptada a las condiciones nacionales.

Pero el hecho de estar aquí, me ha permitido también recuperar apuntes guardados en libretas en donde sistematizó su pensamiento y reflexión cotidiana. Hay allí ideas vigentes, que es bueno retomar en estos tiempos en que los 25 años de la firma de los Acuerdos de Paz nos han alcanzado. Especial atención le pongo a la Carta Abierta en la que el compañero Carlos Gonzáles expresó puntos de vista importantes con ocasión del XVI Aniversario de la Firma de los Acuerdos. En esta Carta, que el compañero leyó ante el general Otto Pérez Molina, presidente en turno, expresó ideas como las siguientes:

“Aunque la situación y condiciones del país en el momento actual no son las mismas que en aquél momento, las causas estructurales e institucionales que dieron origen al enfrentamiento armado están, en su conjunto, pendientes de resolver; sus consecuencias y efectos, continúan siendo motivo de conflictos sociales y exigencias y demandas de los sectores sociales y populares.

“La paz será firme y duradera a partir del momento en que el régimen de tenencia, propiedad y explotación de la tierra deje de ser tan atrasado, caduco y excluyente y que a quienes son los que en realidad la trabajan y hacen producir no se les haga partícipes activos y reconozca su derecho a ser protagonistas y artífices del desarrollo y el progreso, su autosuficiencia alimentaria y nutricional.

“La paz no puede ser posible si no se garantiza la seguridad ciudadana y se atacan las causas que son el caldo de cultivo del crimen organizado, el narcotráfico, la trata de personas, el trasiego de armas, el tráfico de influencias, la corrupción y la impunidad. La paz es el más formidable sostén y apoyo para una gestión gubernamental democrática y participativa.

“La probidad y honestidad, a su vez, son el baluarte capaz de contener y acabar con cualquier forma o manifestación de corrupción y tráfico de influencias. Y si algo hay que honra al ciudadano es la trasparencia, probidad y honestidad en el manejo y conducción de los asuntos públicos y de Estado. Nuestro país no puede avanzar, desarrollarse y progresar, y se altera la paz y vulnera la institucionalidad cuando lo que prevalecen son los intereses de unos cuantos y no el interés y beneficio del país y la nación y persiste esa grosera e insultante desigualdad económica y social.

“En tales condiciones, la construcción y fortalecimiento de la paz firme y duradera, pasa por la institucionalización y legitimación del carácter multiétnico, pluricultural y multilingüe de la Nación guatemalteca, el respeto a los derechos humanos y trabajar incansablemente a favor del desarrollo y progreso del país, la equidad y justicia social, nuestra independencia y soberanía, la reconciliación nacional, la seguridad ciudadana y la democracia real, funcional y participativa, conforme al contenido sustantivo e integral de los compromisos y acuerdos suscritos”.

Tras leer esto, no queda sino enviar un abrazo a las mujeres y hombres que hace 25 años nos reunimos en las plazas, en las aldeas y en los caminos, con quienes nos unían ideales limpios y claros. No queda sino recordar con orgullo a quienes murieron luchando por los ideales más grandes. Abrazo a quienes creen y luchan por una Guatemala nueva, refundada, en la que los Acuerdos de Paz sean una realidad, que ayuden a marcar el camino hacia un país diferente: la Madre Patria a la que aspiramos.

* Ex militante del Partido Guatemalteco del Trabajo, PGT y de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, URNG.

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