Eduardo Blandón

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Fecha de nacimiento: 21 de mayo 1968. Profesor de Filosofía, amante de la literatura, fanático de la tecnología y enamorado del periodismo. Sueño con un país en el que la convivencia sea posible y el desarrollo una realidad que favorezca la felicidad de todos. Tengo la convicción de que este país es hermoso y que los que vivimos en él, con todo, somos afortunados.

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Si no fuera porque en la esfera política pareciera que todo se vale, sería difícil entender la actitud de Sandra Torres relacionado con el reconocimiento como perdedora de las recientes elecciones del país.  Queda claro que la virtud no es su fuerte y que el maquiavelismo es su insignia en el juego político guatemalteco.

La señora Torres no es que ignore que ha sido derrotada, su beligerancia más bien es un intento por trastocar el sistema para gobernar al precio que sea.  Su empeño es marrullero, obsesivo e inescrupuloso. La ex primera dama es inmoral, pero también caprichosa y niñata, incapacitada para establecer relaciones mínimas de confianza.

Para ella es insuficiente que el Tribunal Supremo Electoral haya declarado electo a Bernardo Arévalo por haberla vencido con una diferencia de más de 2 millones de votos.  «Los ciudadanos lo dijeron en las urnas, y nosotros hoy lo estamos garantizando”, justificó la magistrada Palencia del TSE.

«Los ciudadanos depositaron un total de cuatro millones 10 mil 382 votos válidos, de los cuales el binomio postulado por el partido político Movimiento Semilla obtuvo tres millones 442 mil 718 votos válidos, equivalentes al 60.91% de los válidos, y el postulado por el partido político Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) obtuvo 1 millón 167 mil 664 votos válidos, equivalentes al 39.09% y considerando que habiéndose llevado a cabo las audiencias de revisión de escrutinios (…) se establece que es procedente declarar la validez de la elección presidencial definida en la segunda vuelta electoral y electos para los cargos de presidente y vicepresidente de la República a los integrantes del binomio que obtuvo la mayoría absoluta de votos siendo los ciudadanos César Bernardo Arévalo de León y Karina Herrera Aguilar, respectivamente», declaró el acuerdo del TSE.

La maledicencia de Sandra Casanova va más allá de su perversidad moral porque su actuar pone en riesgo la paz social, pero sobre todo el régimen democrático, siempre frágil a los caprichos de los malos políticos en Guatemala. Somatar la mesa tiene efectos cuyos alcances no le interesan en su afán de continuar medrando desde las instituciones del Estado.

Por fortuna nada nuevo digo en el texto porque los electores la conocen de cuerpo entero.  Así, su fracaso continuo como candidata expresan la racionalidad de los guatemaltecos y, más aún, el espíritu de fineza de una comunidad política que ha ejercido el buen paladar frente a la inmoralidad de la conducta criticada.

El rechazo ha sido de antología.  La primera vez fue en el 2015 cuando perdió contra Jimmy Morales.  Luego, en el 2019, cuando compitió en segunda vuelta con el ahora Alejandro Giammattei.  Y en esta oportunidad que ha sido aplastada por Bernardo Arévalo.  Dosis de humildad y sabiduría le darían mejores réditos políticos.  Pero eso es pedirle demasiado a la excandidata del Partido Nacional de la Esperanza.

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