Eduardo Blandón

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Fecha de nacimiento: 21 de mayo 1968. Profesor de Filosofía, amante de la literatura, fanático de la tecnología y enamorado del periodismo. Sueño con un país en el que la convivencia sea posible y el desarrollo una realidad que favorezca la felicidad de todos. Tengo la convicción de que este país es hermoso y que los que vivimos en él, con todo, somos afortunados.

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Eduardo Blandón

Este año quizá sea recordado, entre tantas noticias nefastas de corrupción en Guatemala (no podemos dejar de citar a Giammattei y a su protectora -y amiga-, Consuelo Porras), como el del orgullo nacional en los deportes.  Sí, el período en el que algunos de los más destacados atletas han puesto el nombre de Guatemala en la cima de los países más competitivos del mundo.

Me referiré a uno del que la prensa quizá no ha hablado demasiado: Luis Miguel Grijalva.  Este joven tiene una trayectoria particular porque el esfuerzo ha tenido su recompensa fuera de nuestras fronteras, en los Estados Unidos.  Como muchos, sus padres tuvieron que desarraigarse para buscar un mejor futuro en un país a veces poco hospitalario.  Pero lo logró.
¿Cómo?  Supongo que vio en sus cualidades personales la oportunidad para sobrevivir, pero sobre todo para destacar a lo grande sin rendirse por sus limitaciones como extranjero.  Así logró matricularse en la Universidad del Norte de Arizona, campus Flagstaff, para profesionalizarse mientras practica lo suyo, la carrera.  No ha sido fácil, pero tampoco imposible.  Él mismo lo reconoce.

“Las oportunidades que tuve al venir a Estados Unidos me aportaron mucho más de lo que podía pedir”. Obtener un título universitario y ser remunerado por correr son “cosas que probablemente jamás habría logrado si me hubiera quedado en Guatemala”.

Puede que a veces simplifiquemos el mundo a causa de nuestra imaginación y pensemos que el deportista nació con una estrella.  Pero es solo nuestro universo mágico, en realidad ha tenido que batallar.  La última ha sido superar la prohibición de salir del país por su condición de “dreamer” norteamericano, esto es, beneficiario del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, o DACA (por sus siglas en inglés).

Superado el escollo, el joven que se siente orgulloso de representar a Guatemala y a los más de 600,000 “dreamers”, muy pronto nos dará noticias de sus resultados en los Olímpicos de Tokyo.  Mañana competirá en la carrera preliminar de 5,000 metros planos en los que veremos la bandera nacional y la oportunidad de ver al ya distinguido luchador con una presea.

“Siento muchas emociones… entusiasmo y solo mucha felicidad”, dijo Grijalva en un artículo de prensa. “Me emociona correr en los juegos y representar a Guatemala, pero también salir del país y saber que puedo regresar sin problemas”.

Luis Miguel Grijalva es una gran noticia.  Nos abre a la esperanza y nos da ilusión.  Pero sobre todo, quizá contra nuestro pesimismo arraigado, nos hace creer aún en la buena levadura de la comunidad.  Una fe perdida a causa de los malandrines dispersos en las oficinas públicas, en el sistema financiero (en los bancos), en el CACIF y en muchas de las instituciones y gremios que conspiran contra el país.

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