Danilo Santos

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Politólogo a contrapelo, aprendiz de las letras, la ternura y lo imposible. Barrioporteño dedicado desde hace 31 años a las causas indígenas, campesinas, populares y de defensa de los derechos humanos. Decidido constructor de otra Guatemala posible.

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Saber escuchar es una fórmula efectiva y sencilla para resolver problemas, sin embargo, pareciera ser toda una alquimia difícil de dominar por estos días. Momo, personaje principal del libro del mismo nombre de Michael Ende, nos da una lección de cómo una niña, que prácticamente no posee nada y vive sola en las ruinas de un anfiteatro; tiene la capacidad de escuchar y hacer que los demás se escuchen entre sí.

La principal amenaza de aquel idílico lugar que la pequeña ha logrado construir socialmente con las personas que habitan el pueblo, es amenazado por los “Hombres Grises”, que no podían ser otros, que parásitos que viven del tiempo de los demás y, logran convencer a los habitantes de la ciudad de que se los entreguen. Y claro, Momo, heroína de la historia, se convierte en la gran enemiga para aquellos seres, acto seguido, intentan deshacerse de ella a toda costa. Casiopea, una tortuga amiga y el extraño “señor Hora”, son los aliados que ayudarán a la pequeña a salvar a sus amigos (entre ellos Gigi y Beppo) y que todo vuelva a la normalidad, derrotando para siempre a los ladrones del tiempo.

Este libro publicado en 1973 es más que una historia para niñas y niños, es una invitación a reflexionar sobre lo que nos ocupa y consume la vida, el tiempo que utilizamos como esclavos del Sistema, nuestro afán por trabajar más y así ganar más, endeudarnos, consumir lo que realmente no necesitamos pero que de todos lados nos llegan mensajes convenciéndonos para comprar cualquier chuchería que nos haga sentir “felices y exitosos”.

Actualmente, las relaciones solidarias entre las personas son tan extrañas como los políticos honrados. La bondad, la ingenuidad y la tolerancia de Momo; fundamento de su capacidad de escuchar, choca con el interés de los “Hombres Grises”; que todo lo ven en función de aprovechar el tiempo de los demás para su propio beneficio, aunque disfrazado este de genuinos valores del mercado y el “progreso”. En la historia, (y cualquier parecido con la realidad política guatemalteca es pura coincidencia) quienes más recienten que las personas sacrifiquen su tiempo, son las niñas y los niños.

Frente a ese dulce ser humano, Momo, los demás se descubren valiosos luego de ser escuchados y escucharse. Quién fuera como ella. Qué suerte sería encontrarse por estos vulgares tiempos de la superficialidad y la frivolidad, con alguien así. Qué estúpido sería darse cuenta de nuestra esclavitud y no ser capaces de ser dulces seres humanos que lo damos todo para librarnos de lo que nos causa pena y dolor.

Es hermoso leer la respuesta de Momo cuando sus amigos le preguntan cuándo ha nacido… se queda callada un momento y contesta “solo puedo recordar que siempre he existido”. Ojalá eso signifique que siempre existirá. Que cuando nos hablen los “Hombres Grises” (políticos, malandros, etc.), escuchemos con especial atención a ese niño o niña que llevamos dentro, porque seguramente nos dirá lo que está mal; de manera limpia, sin saña, ni dobleces.

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