Danilo Santos

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Politólogo a contrapelo, aprendiz de las letras, la ternura y lo imposible. Barrioporteño dedicado desde hace 31 años a las causas indígenas, campesinas, populares y de defensa de los derechos humanos. Decidido constructor de otra Guatemala posible.

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Danilo Santos

Han pasado casi dos años de este gobierno, dos legislaturas, y una pandemia que cada vez más se acerca a los números de fallecidos durante el terremoto de 1976. Los dos años de gobierno han servido para consolidar el pensamiento oligárquico, violento y conservador en el Ejecutivo. En cuanto al Legislativo, más allá de sus escándalos y mamarrachadas, se nota que el partido de gobierno ha logrado controlar el hemiciclo y se turnan en la directiva para dejar gobernar al Ejecutivo y para darle circo a la población. Del sistema de Justicia ni hablar, los patos andan tirándole a las escopetas y el ente investigador, el Ministerio Público, ha caído en uno de sus más oscuros períodos.

Así las cosas, sin aceptar las directrices del gobierno estadounidense, no haciendo caso a ningún organismo internacional de Derechos Humanos, negando la calamidad de país y gobierno que tenemos, desde la Presidencia de la República, el Congreso, el Sistema de Justicia y el Ministerio Público, nos imponen una dictadura desde la institucionalidad y la doctrina, y le llaman democracia.

Sirva de ejemplo el anuncio del presidente Giammattei en la Organización de Estados Americanos, (OEA), que Guatemala será declarada el próximo año como “capital iberoamericana próvida”. Esto gracias a la política pública de protección a la vida y a la institucionalidad de la familia que el Ejecutivo dejó en manos del Ministerio de Gobernación. Parece un mal chiste, pero es la realidad.

Esta es una muestra de cómo mantener felices a la audiencia, a los votantes; mientras tanto el gobierno es un desastre, la clase política no cambia ni hace cambios y el país se sume cada vez más en la pobreza y la desigualdad. El crecimiento económico que tanto cacaraquea el Presidente, va a parar a las bolsas de la oligarquía, no de la población que aplaude las medidas populistas mientras no tiene cómo llegar a fin de mes.

Lo que se viene el próximo año, ya en campaña electoral, es que esta política de supuesta protección de la vida y la familia, sea enarbolada por candidatas como Zury Ríos, Sandra Torres y el que se quedó fuera en la anterior contienda por culpa de Giammattei, Edmond Mulet. Si la pandemia no cede, la puesta en escena clientelista llegará a los límites de la imaginación, aunque con el débil Tribunal Supremo Electoral y el gobierno al servicio del poder oligarca, se podrá ver cualquier cosa en cuanto a aglomeraciones. Mientras tanto, el país es el mismo de Otto Pérez y la Línea, el mismo que gobierna Alejos desde las Cortes, el mismo que se precia de democrático, pero desde fuera los países lo ven como un gobierno proclive a la mafia. Seguimos siendo el país que expulsa sin ninguna vergüenza a su población a migrar ilegalmente y se frota las manos en el sistema bancario con las remesas. Subdesarrollado y con un modelo de desarrollo basados en la extracción únicamente. Con gobiernos corruptos e impunes. Han pasado dos años de este gobierno y todo el sistema ha logrado reacomodarse y seguir su ominosa marcha, y lanza al centro del coliseo la política de protección de la vida y la familia para destrozar (y si es posible que las maten) a las organizaciones y defensores de derechos humanos, y así mantener feliz y henchida a la población: mientras tanto, todo sigue igual. Este gobierno, este Estado, privilegia la muerte y desprecia a la familia. No sean hipócritas.

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