Danilo Santos

dalekos.santos@gmail.com

Politólogo a contrapelo, aprendiz de las letras, la ternura y lo imposible. Barrioporteño dedicado desde hace 31 años a las causas indígenas, campesinas, populares y de defensa de los derechos humanos. Decidido constructor de otra Guatemala posible.

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La situación que vive el país era de esperarse. Hace casi tres años se podía prospectar que Giammattei ganaría las elecciones, esto porque era el perfil adecuado para dar continuidad a lo iniciado por Jimmy Morales y porque es un cuadro orgánico de la derecha guatemalteca más rancia. Su discurso no se alejaba al del expresidente Morales en casi nada, con la diferencia que sí tenía experiencia previa en administración pública y, además, su mano dura era conocida. Por otro lado, era previsible que como en elecciones anteriores, el voto anti Sandra Torres beneficiara a Vamos.

Cuando se analizaba lo anterior, esa negación mágica que obliga a ver con positivismo el futuro, afloraba, en círculos profesionales no creían que Giammattei ganara a Torres o que de ganar fuese tan malo como Morales. Pues ganó y fue peor que Morales.

Luego de su primer día de presidencia, demostró a través de su discurso que su método escolástico sería el que dirigiría al país, gritos, golpes de mesa, castigos, autoritarismo. Fue catártico su discurso de toma de posesión, las imágenes así lo registran: vivió el éxtasis de la revancha. Haría pagar a sus enemigos imaginarios su tiempo en la cárcel, enemigos imaginarios ideológicos, por cierto. Demostraría a las élites que era el adecuado, que se habían equivocado durante 20 años al no bendecirlo.

Luego de dos años de gobierno, Giammattei ha logrado hacer alianzas con el arzuismo y el cachimbirismo en el Congreso de la República, terminó de cooptar la justicia consolidando la alianza con la Fiscal Porras y le dio a lo que pedían a los corruptos más copetudos: impunidad. Por otro lado, a las masas que siguen los designios de los ungidos, les dio: una política de protección de la vida y la familia, la disolución de la institucionalidad de la paz, gritos y regaños a granel. En resumen, controla los tres poderes del Estado a través de la vulgar forma en que se hace política en Guatemala: abuso de poder, manipulación, chantaje y autoritarismo.

En el fondo, hay que preguntarnos por qué la sociedad, la ciudadanía, es orillada a escoger personajes como Giammattei, porque la oferta salvadora para las próximas elecciones (desde los arquitectos de nuestra desgracia), no es esperanzadora. Cada vez son más educados, pero cada vez más atroces en su servilismo. De seguir con la constante de “salvar la institucionalidad” y buscar el cacicazgo que nos salve de “la agenda globalista, el comunismo, los extraterrestres y la llorona”, pues habrá cambios en matices, pero seguirá la petrificación de un Estado anti derechos.

El camino es largo, nos llevan doscientos años de ventaja, pero algún día tenemos que iniciarlo. Hay que frenar la maquinaria, detener el sistema, hacer un alto. Hay que sentarnos a parlamentar, a decidir lo mejor para lo que es Guatemala hoy. Proyectar el país que queremos y hacer lo necesario para construirlo. Si usted es de derecha, aporte ideas, si es de izquierda, aporte ideas, hagamos que la democracia no sea una farsa aprovechada por los corruptos y los impunes. Llegó la hora de aportar.

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