Claudia Virginia Samayoa

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Claudia V. Samayoa
@tucurclaux

Entraremos al tercer año de la pandemia y al mismo número de años del gobierno criminal del presidente Giammattei. ¿Qué podemos esperar el año que viene?

En primer lugar, debemos esperar un número mayor de contagios por COVID producto de dos olas más que golpearán a Guatemala. Las tasas bajas de vacunación, la falta de pruebas gratuitas para la población y el relajamiento de las medidas serán los factores que aumentarán los contagios. Al mismo tiempo podemos esperar el aumento de víctimas directas e indirectas de la violencia debido al creciente control por parte del crimen organizado de las fuerzas de seguridad.

Seguiremos lamentando la muerte de miles de guatemaltecos por las complicaciones del Sars-Cov-2; particularmente entre personas mayores de 75 años y aquellas comprendidas entre los 40 y 50.  Al día de hoy, las muertes reportadas en los últimos dos años, en Guatemala son de 16,106 personas, y tal pareciera que no importa.  Mientras la tasa de mortalidad del COVID es de 95.5 habitantes por cada 100,000 habitantes pareciera que no impacta igual que los homicidios que tienen una tasa de 16.4 muertes por cada 100,000 habitantes. Para atender ambas afectaciones al derecho de la vida, el gobierno debería invertir en los salarios y condiciones de trabajo de personal médico, de enfermería y auxiliares de la salud; así como los de la policía. Sin embargo, podemos esperar que la corrupción y los gastos superfluos continúen en el año tres.

El 2022 nos obligará a no confiarnos sólo de la vacunación como método de evitar infecciones y reinfecciones; necesitaremos mantener el distanciamiento, la mascarilla en lugares cerrados y la higiene básica. En Guatemala, la higiene básica no se puede mantener cuando el agua potable no es accesible a 4 millones de habitantes, de acuerdo a datos del 2016.  Tomando en cuenta que el ómicron tiene un índice de contagio de 3 por cada persona contagiada: haga sus números de lo que implica que tantas personas no tengan acceso al agua y que quienes sí la tienen, no es constante.

El tercer año de COVID mantendrá sus impactos en la inflación, los problemas de abastecimiento y distribución, los reajustes del mercado laboral y las quiebras de negocios. Pero podemos prever que la decisión del gobierno de Giammattei de ignorar las sanciones a sus funcionarios, diputados aliados y a la Fiscal General por parte de los Estados Unidos va a empezar a tener impactos fuertes. Solo falta ver a Nicaragua, donde la semana pasada Estados Unidos anunció la suspensión por un año de toda la ayuda no humanitaria y comercial al régimen. Aunque los gobernantes se hagan los muy gallitos y digan que pueden solos, nuestra economía depende de Estados Unidos, solo vean la dependencia a las remesas.

Los efectos de largo plazo del COVID aún se desconocen. Como escribí en una de mis columnas, los daños del COVID pueden ser debilitantes y afectar nuestra posibilidad de trabajar. Algo así parece ser el efecto del gobierno actual en el goce de derechos humanos para el tercer año. El gobierno seguirá gobernando con Estados de Excepción normalizando el que nos quiten derechos “para nuestro bien”.

Por todo lo anterior, para este tercer año les deseo: vacunas, pruebas y distanciamiento para mantener nuestro derecho a la vida; RESISTENCIA y PERSISTENCIA por una Guatemala Distinta.

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