Carlos Figueroa

carlosfigueroaibarra@gmail.com

Doctor en Sociología. Investigador Nacional Nivel II del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México. Profesor Investigador de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Profesor Emérito de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales sede Guatemala. Doctor Honoris Causa por la Universidad de San Carlos. Autor de varios libros y artículos especializados en materia de sociología política, sociología de la violencia y procesos políticos latinoamericanos.

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Carlos Figueroa Ibarra

No cabe duda que el propósito esencial de la gira de Andrés Manuel López Obrador al Triángulo Norte, Belice y Cuba es la cuestión migratoria. La estampida migratoria proveniente sobre todo de Honduras, El Salvador y Guatemala se ha vuelto un grave problema para el gobierno de la 4T. Los datos del gobierno estadounidense indican que entre octubre de 2020 y octubre de 2021, más de 700,000 centroamericanos fueron contenidos en la frontera norte en su intento de llegar a EUA. En una región devastada por gobiernos corruptos, miseria y violencia, la oleada migrante es algo que no sorprende.

Y esa oleada migratoria coloca a México en una situación difícil por ser territorio de paso transmigrante de Centroamérica y el Caribe en su camino hacia el territorio estadounidense. Pese a la brutal presión del gobierno de Trump en 2019, México logró rechazar los propósitos de la Casa Blanca de convertirlo en un “tercer país seguro”. Pero eso no evitó que en la frontera sur y en la frontera norte los cuellos de botella que despertaron la exasperación entre los migrantes con las consiguientes protestas, eventos represivos y una muy mala imagen del gobierno de la 4T al sur del río Suchiate.

Los resultados de la gira en el asunto migratorio ya están anunciados. Guatemala se integra al programa Sembrando Vida con un plan que comprenderá a miles de campesinos en el departamento de Chimaltenango. En El Salvador, país en el cual ya son una realidad tanto el programa Sembrando Vida como el de Jóvenes Construyendo Futuro, se incrementarán al doble pasando de 31 a 60 millones de dólares en una inversión compartida por los gobiernos de México y El Salvador.

En un contexto de indiferencia estadounidense para cumplir el compromiso de hacer una inversión de 4 mil millones de dólares para crear un muro de desarrollo social para contener la migración, México ha decidido arrancar estos programas en Guatemala, Honduras y Belice y duplicar las dimensiones del que ya está funcionando en El Salvador. En los distintos discursos que dio López Obrador, no perdió oportunidad para señalar el incumplimiento del compromiso de Washington mientras con entusiasmo el congreso estadounidense ya aprobó 33 mil millones de dólares para dotar de armamento a Ucrania.

Aun cuando Cuba también forma parte del problema migratorio de México, porque bloqueo y pandemia han incrementado los rigores extremos a los cuales está sometido el pueblo cubano, los convenios con la isla son de índole distinta. Destaca el convenio referido a temas de salud suscrito entre México y Cuba por medio del cual México enviará a la isla médico/as a estudiar especialidades y Cuba enviará a México contingentes de médicos para cubrir las necesidades de salud en lugares apartados del territorio nacional.

Pero los propósitos de la gira de López Obrador van más allá del tema migratorio. La misma también ha sido la oportunidad para México de expresar de manera asertiva la visión del mundo que contiene su política exterior. Lejos están aquellos días en los cuales López Obrador solamente repetía un aforismo: “La mejor política exterior es una buena política interior”. Desde hace algún tiempo el presidente ha expresado su concepción de lo que debe hacer el mundo para lograr la paz y el desarrollo.

La política exterior mexicana empieza por concebir a América del Norte como un bloque económico que debe unir fuerzas y crear una sinergia que lo haga crecer económicamente. Se trata de unir las ventajas comparativas que tienen los tres países (desarrollo industrial, tratados comerciales, recursos naturales, población, etc.) para detener el decrecimiento de la importancia de la región en el comercio mundial. En sus discursos en esta gira, López Obrador ha incluido al resto de América Latina en ese bloque que inicialmente era enunciado solamente para el norte.

La urgencia la manifestó en alguno de los países que visitó: en 2051 China tendría en sus manos el 65% del comercio mundial mientras que EUA contaría con solamente entre 4 y 10%.  Se trata de hacer una unión similar a la Comunidad Económica Europea (la fase anterior a la actual Unión Europea).

En la visión mexicana, el peligro de esos desequilibrios es que pueden generar guerras. Y ciertamente la guerra de Ucrania está demostrando la validez de ese temor. La guerra que nos puede extinguir, es atribuida por diversos especialistas a las medidas que EU está desarrollando para evitar su decadencia.

La gira por cuatro países centroamericanos y Cuba, también está inscrita en esta visión. México intenta aglutinar a los países más cercanos e incorporar a Belice a ese esfuerzo. Belice ha estado más integrado hacia el Commonwealth británico y hacia el mercado estadounidense. Resulta revelador el planteamiento del primer ministro beliceño, John Price, de fomentar el que el pueblo beliceño empiece a hablar español además del inglés que habla en la actualidad.

Pero en la perspectiva del gobierno de la 4T, la integración americana no supone la repetición del panamericanismo de antaño ni tampoco del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Se trata de un pacto entre iguales y que esté ajeno a pretensiones imperiales. He aquí la razón por la cual, Andrés Manuel insistió también en que la próxima Cumbre de las Américas debe hacerse sin las exclusiones que pretende imponer Washington.

Consecuencia de la asertiva política exterior y también por el prestigio que le da su trayectoria, Andrés Manuel es hoy, como lo dijo el presidente Bukele, “una referencia regional y mundial”. El presidente recibió la Orden del Quetzal en Guatemala, la Orden José Cecilio del Valle en Honduras y la Orden José Martí en Cuba. México retoma de manera destacada su brillante trayectoria en materia de política exterior. Muy lejos de aquel miserable “comes y te vas”, con el cual Vicente Fox ofendió a Cuba en las vísperas de la Cumbre de las Américas de 2002.

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