Adrian Zapata

zapata.guatemala@gmail.com

Profesor Titular de la USAC, retirado, Abogado y Notario, Maestro en Polìticas Pùblicas y Doctor en Ciencias Sociales. Consultor internacional en temas de tierras y desarrollo rural. Ha publicado libros y artículos relacionados con el desarrollo rural y con el proceso de paz. Fue militante revolucionario y miembro de organizaciones de sociedad civil que promueven la concertación nacional. Es actualmente columnista de el diario La Hora.

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Los medios reportan un incremento en los casos de desnutrición aguda. En Guatemala dicho fenómeno tan dramático no es cuantitativamente relevante. Pero si lo es cuando lo asociamos a la desnutrición crónica, en la cual nuestro país es “campeón” en América Latina y está entre los países que encabezan el listado con los más altos índices a nivel mundial.

Lo gravísimo de los brotes de desnutrición aguda en Guatemala es, por lo tanto, que no son resultado de una situación excepcional, sino efectos de la desnutrición crónica prevaleciente. Y eso es una diferencia trascendental que hace que su manifestación cuantitativa, no siendo en sí misma suficientemente significativa, si lo es en la medida en que expresa una condición estructural, en la cual viven casi la mitad de los niños y niñas menores de cinco años en Guatemala.

Este dramático fenómeno es, sin duda, multicausal. Hay que entender la complejidad que lo produce y el efecto dramático que causa en términos humanos por el atroz daño cerebral que ocasiona y en términos de su impacto en las sociedades que lo padecen en esta magnitud.

Paradójicamente, en el año 2001, se aprobó en nuestro país la Ley del Sistema Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional y la política que con ella se pretende implementar, la cual recientemente ha sido actualizada. Estos documentos son altamente positivos y ejemplares a nivel internacional. En ese marco, ha habido múltiples intentos dirigidos a enfrentar la inseguridad alimentaria y la desnutrición crónica infantil que produce. Son diversos los actores que han actuado en tal sentido, incluyendo a gobiernos sucesivos, a las organizaciones no gubernamentales nacionales y foráneas y a la comunidad internacional. Pero todos han fracasado.

Se impone, por lo tanto, un análisis serio y objetivo sobre la explicación de dicho fiasco. Y la coyuntura político electoral que vivimos es un contexto importante para intentar construir una propuesta para enfrentar la desnutrición crónica infantil a partir de las lecciones aprendidas después de tantos esfuerzos fallidos.

Estos tres meses de campaña electoral deberían constituir un espacio temporal para increpar a los partidos y sus candidatos sobre este tema, de tal manera que el mismo se posicione en la agenda del debate. Esto requiere un esfuerzo conjunto desde la sociedad guatemalteca. Ciertamente, hay muchos temas sobre los cuales podemos tener serias discrepancias, pero superar esta inhumana y vergonzante situación nacional de desnutrición crónica infantil debería ser algo que nos una.

Ahora bien, este esfuerzo no puede reducirse a una cómoda posición demandante que no trascienda la sola exigencia, sin proponer aspectos básicos a considerar. Tampoco puede ser sustentada en anhelos virtuosos, pero de tal generalidad que caigan en “lugares comunes”.

Para lograr lo anterior me parece fundamental que se demanden definiciones de los actores políticos a partir de la superación de visiones reduccionistas (abordaje exclusivamente nutricionistas, por ejemplo, que lo sitúan como un tema de salud únicamente), sin reconocer que se requiere ir más allá de la visión de programas que ignoren la necesidad de abordarlo desde una perspectiva de política pública, pero no sectorial, sino que multisectorial.

Esta visión holística no significa, de manera alguna, quedarnos en el poema de la articulación multisectorial de las políticas públicas a implementar, porque ellas tienen, necesariamente, que aterrizar en programas y proyecto, pero con visión y prácticas integrales.

Atrevámonos a ponernos de acuerdo para interpelar a los candidatos sobre esta tragedia nacional.

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