Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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En lo que yo considero el colmo del cinismo para abordar el tema migratorio sin hablar de sus verdaderas causas, ayer el Canciller Mario Búcaro, al referirse a la tragedia de los migrantes en Ciudad Juárez, dijo que el gobierno al que pertenece ha hecho enormes esfuerzos para desalentar la migración aumentando la pena para los “coyotes”, pero que hay “factores externos” que la propician. Y dijo con todo descaro que situaciones como la guerra entre Rusia y Ucrania y la inflación importada son las situaciones que impulsan esa migración constante de miles y miles de guatemaltecos.

Evidentemente, para él no tiene ninguna incidencia en ese serio problema la existencia de una condición de aguda pobreza en tantas regiones del país; poco importan los problemas de seguridad, la falta de un sistema educativo digno de tal nombre, ni la absoluta ausencia de oportunidades para salir de la pobreza. Pero como se sabe que el Canciller no es un ignorante, la única explicación que puede tener su torpe declaración es que no están en disposición de asumir esas realidades que afectan diariamente a la población porque, al reconocerlo, estarían también admitiendo el durísimo impacto que la rampante corrupción causa en todo el funcionamiento de un Estado que abandonó su compromiso con el bien común porque todo, absolutamente todo, se puso al servicio de la ambición de los políticos.

Entiendo que por su condición diplomática no podía condenar la actitud de las autoridades mexicanas que, sin ningún criterio humanitario, metieron tras las rejas a esos migrantes guatemaltecos que no habían cometido ningún crimen en el vecino país y que iban tras ese sueño americano que ha permitido a tantos salir de la angustia de la pobreza y a todo el país a mantener su economía gracias a las remesas. Pero mejor hubiera callado sobre las causas de la migración en vez de tirarse una perogrullada como la de culpar a la guerra entre Rusia y Ucrania por esa desesperación que lleva a tantos guatemaltecos a buscar a los “coyotes” que los explotan y arriesgan. Es una desesperación real que no podemos imaginar quienes, cada mañana, abrimos los ojos sabiendo que nuestra familia tiene, por lo menos, el alimento necesario.

El problema es que si hablamos de la pobreza tan elevada en un país que tiene una reconocida estabilidad económica, no se puede pasar por alto la responsabilidad de los gobiernos que no atinan a implementar programas que tengan impacto en el desarrollo humano. Programas que mejoren la educación, la alimentación de nuestros niños, la inversión extranjera que requiere un sólido Estado de derecho para venir a generar empleo, las vías de comunicación decentes en todo el país y un muy largo etcétera. El problema es que todo gira alrededor de la coima, del trinquete y la mordida, tanto así que hasta el aumento de las penas contra el coyotaje fue una forma de tratar de quedar bien con Estados Unidos para que no siga metiendo en las listas de corruptos a todos los funcionarios que merecen estar allí.

Por la Cancillería ha pasado todo tipo de funcionarios, pero Búcaro se está haciendo un lugar muy especial en esa lista.

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