Por: Adrián Zapata
El título de la presente columna no se refiere a la popular composición del boricua Bobby Capó, de mediados del siglo pasado, titulada “Triángulo”, que por cierto fue un éxito del grupo musical mexicano Los Baby´s, en los setenta, donde el angustiado personaje confiesa que se encuentra “en medio de un triángulo sin solución, ni siquiera justificación”.
Escuchándola casualmente uno de estos días, se me figuró que los Estados Unidos podrían estar en esa difícil situación, no precisamente por amor, sino por las necesidades propias de la geopolítica.
El bautizado como “Triángulo Norte de Centroamérica” ha sido definido como una prioridad para la política exterior del gobierno norteamericano y se ha convertido en la principal tarea de la Vicepresidenta Harris, no sólo porque la migración “irregular” que reciben viene de esos países de manera incontrolable, sino porque requieren de vecinos funcionales a sus intereses de seguridad nacional. La naturaleza de este interés norteamericano los lleva a denominar esta región como un “triángulo”, más relacionado con una visión militar y de seguridad que con la de desarrollo. Aclaro que señalar esta realidad no implica dejar de apreciar lo valioso de esta coincidencia coyuntural entre dicho interés imperial y los correspondientes a nuestros países, que en el caso guatemalteco se refiere a enfrentar el virtual cierre del círculo de cooptación del Estado por parte de mafias político criminales que actúan con la complacencia implícita de importantes sectores empresariales.
Pero la situación está complicada para los Estados Unidos. En Honduras, encuentra un Presidente que más descalificado no podría estar, dadas sus conocidas relaciones con quienes están implicados en el narco. Él mismo podría terminar extraditado cuando concluya su mandato. En el caso de El Salvador, Bukele les ha resultado un aliado insubordinado, quien, con una tremenda legitimidad política, coopta el Estado y, fortalecido, los enfrenta, reivindicando soberanía para impulsar su particular proyecto y, además, se acerca “peligrosamente” a China. El tercer lado de este triángulo es Guatemala, con un Presidente que de hecho es parte del proceso de cooptación del Estado ya referido. USA sin duda comprende que a diferencia de “el pulgarcito” centroamericano, en Guatemala las redes criminales que aprisionan la institucionalidad estatal son de añeja formación y tienen una estructura compleja y extendida, cuyo poderío se fortaleció profundamente con la política de Trump al haber hecho acuerdos con el gobierno de Jimmy Morales para expulsar a la CICIG del país.
En medio de ese triángulo se encuentra los Estados Unidos. Sin duda tratará de fortalecer su alianza con México, más precisamente con el presidente AMLO, para poder contar con él en su estrategia hacia el Triángulo Norte.
Por eso la canción referida en esta columna tiene coloquial pertinencia. Es difícil justificar la noción militar de Triángulo para enfrentar problemas estructurales de desarrollo que deberían ser abordados desde una perspectiva regional, centroamericana (ya la SIECA lo ha planteado). Pero más difícil aún está la solución, porque la estrategia norteamericana deberá ser diferenciada para cada lado de la figura geométrica. Por eso la Vicerpesidenta Harris en pocos días visitará México y Guatemala, más no Honduras, ni El Salvador.
En todo caso, los guatemaltecos debemos entender que revertir el proceso de cooptación mafiosa y criminal del Estado es una lucha nacional, no es algo que podamos dejar en manos de la geometría imperial.