Luis Fernando Bermejo Quiñónez

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Por: Lic. Luis Fernando Bermejo Quiñónez
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Recientemente ha sido noticia el pívot que Nayib Bukele en El Salvador ha hecho a las relaciones con China, variando el curso de la política tradicional de ser un aliado importante de Estados Unidos de América (EE. UU.) en el Triángulo Norte. También ha sido noticia que Honduras está considerando cambiar su postura de reconocimiento de Taiwán con el propósito de obtener vacunas contra el COVID de China, siguiendo la tendencia de países en la región que empezó en 2017 con Panamá y en 2018 con El Salvador y República Dominicana.

En el caso de El Salvador, el pívot se ha acentuado ante señalamientos de las autoridades diplomáticas de EE. UU. que sus recientes acciones de destituir a la Sala Constitucional y al Fiscal General eran medidas contra el Estado de Derecho y la buena gobernanza. En Honduras, dada las acusaciones graves sobre su implicación en narcotráfico el presidente Juan Orlando Hernández ha sido, por el momento, ignorado como interlocutor de los planes de la administración Biden. Encajonado y ante falta de vacunas, Honduras pretende establecer lazos con China para acceder a ellas.

Es indudable que Guatemala está inmersa en una disputa geopolítica de mayor nivel. EE. UU. ve sus esfuerzos por reducir la migración como un asunto de seguridad nacional y, además, de gran interés electoral. Como parte toral de esa estrategia considera sus esfuerzos anti-corrupción catalizarían el fortalecimiento de la institucionalidad del país para que el Estado funcione como debe. En otras oportunidades he señalado que la estrategia anticorrupción no es un fenómeno aislado en el Triángulo Norte, sino es una estrategia de EE. UU. para contrarrestar por medio la promoción del “Estado de Derecho” (“Rule of Law”) los valores norteamericanos en contra de la estratega china que es “neutral” de valores sino se basa en la “diplomacia de la chequera” y en prácticas de préstamos leoninos a países endeudados de sobremanera.

Ahora bien, la estrategia indudablemente causa resquemores y miedos en las élites de Guatemala porque podría cambiar el “sistema” que les ha permitido tener mucho control sobre las decisiones económicas del país, a la vez que ha alimentado a élites políticas patrimonialistas que han visto al Estado como un botín. Guatemala está en una encrucijada importante en dónde debe decidir si continuar con su alianza inveterada con EE. UU. y ser la “cabeza de playa” de la estrategia que tienen en el Triángulo Norte, o bien, resistirse a ella en beneficio de grupos de variada índole que se sienten amenazadas por ella y jugar a geopolítica como lo está haciendo Bukele.

China, indudablemente, es una potencia económica que ha logrado sacar de la pobreza a cientos de millones de personas en las últimas décadas. Sin embargo, aún tiene cientos de millones en pobreza. China pronto sobrepasará a EE. UU. en términos de PIB y algunos analistas afirman que sobrepasará a EE. UU. en número de empresas que forman parte del Fortune 500 en el futuro cercano. Sin embargo, como lo exponen J. Stewart Black y Allen J. Morrison en el artículo “Can China Avoid a Growth Crisis”?” en el Harvard Business Review (edición septiembre – octubre 2019), China tendrá enormes retos de crecimiento económico por su baja tasa de natalidad. Ellos estiman que China perderá 9% de su PEA entre el 2015-2035 a la vez que crecerá su población mayor. Eso incidirá en el crecimiento de las empresas de su país como afectó a Japón a partir de su retroceso demográfico sostenido a partir de 1989 y aumentará la inestabilidad política. Muchos se recordarán que en los 1980´s se decía que Japón sobrepasaría económicamente a EE. UU. y resultó que ha estado estancada los últimos 30 años por su decrecimiento poblacional. Los autores predicen el mismo camino para China. Además, claramente se ha visto que sus prácticas de préstamos soberanos a países son depredadoras. Basta ver cómo su estrategia de préstamos soberanos opacos ha sido nefasta para países como Sri Lanka con la pérdida de un puerto, o la forma en que ha hecho dependientes a países como Ecuador o muchos países africanos que, en pago de ellos, comprometen muchas veces activos estratégicos.

Lo anterior y el hecho que Guatemala está sumamente enlazada económica, cultural y políticamente con EE. UU. debería ser una apreciación crucial en este momento. Nuestro principal mercado es EE. UU. y las remesas le dan estabilidad a nuestra economía. Una falta de cooperación oportuna pudiere causar sanciones graves. Recuerdo en julio del 2019 como un tweet del Presidente Trump con una amenaza de imponer aranceles e impuestos a las remesas causó una airada reacción de acceder a las demandas de dicho presidente. EE. UU. tiene palancas importantes en Guatemala. Nuestra política exterior debe ser muy bien pensada en estos momentos.

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