Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

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La situación ambiental natural y el tamaño de la población, son los principales artífices de una realidad nacional; de una realidad guatemalteca que nace de los vínculos entre sociedad, naturaleza y política. La amarga ironía en estos momentos, es que ningún gobierno de los llamados democráticos, ha podido realizar un trabajo político certero para crear buenos hábitats urbanos y rurales que no pongan en riesgo la habitabilidad futura humana y el deterioro ambiental y eso pese a que contamos con informes técnicos que nos colocan inmersos en un mundo en que cada vez son más palpables: efectos combinados de deterioro ambiental biofísico terrestre y marítimo, aumento de la temperatura, modificación de los patrones climáticos y la degradación de los ecosistemas. Todo ello por el crecimiento desordenado de la población, el cambio inapropiado del uso de la tierra y la producción incontrolada humana de desechos. Este no es el futuro que queremos para las generaciones venideras ¡así que reconstruyámoslo! pensamos todos.

Pero inmediatamente entramos en desacuerdo y por ello necesitamos una agenda consensuada Población-medio ambiente que en su elaboración no excluya el aprovechamiento de las herramientas cognitivas más avanzadas sobre nuestra situación ambiente-sociedad y la forma de remediarla, usando desde la genética hasta la inteligencia artificial.

Si hay un futuro benigno a largo plazo para el proyecto humano guatemalteco, este solo puede asegurarse con el matrimonio exitoso de innovaciones disruptivas (manejo de la basura y los desechos) con soluciones evolutivas basadas en la naturaleza (genética vegetal y uso apropiado de recursos naturales).

El nuevo gobierno que tengamos, debe tomar la problemática población y medio ambiente natural, con carácter prioritario. Hablo de procesos urgentes a colocar dentro de una agenda de trabajo impostergable, población-medio ambiente y eso significa accionar en: 1º Mejorar el medio natural. La naturaleza es la infraestructura existencial de la vida en general y la humana. La única solución para sanar la crisis del medio que adquiere diferente cariz y magnitud e imposibilidad en nuestro medio, es crear y fortalecer en esos espacios, un pacto entre el ser humano y el medio ambiente y eso más allá de intereses económicos. Eso significa ciencia e innovación para limitar drásticamente los impactos negativos y adoptar beneficios ambientales sistémicos, transescalares e intersectoriales. 2º Mejorar en lugar de agotar la biodiversidad: Reconociendo la variedad, la complejidad y el potencial de nuestro territorio y recursos naturales. Debemos suministrar materiales y servicios renovables a las poblaciones, al mismo tiempo que mejoramos la salud, la diversidad y la distribución de esos mismos sistemas naturales. 3º Compensar un exceso las emisiones de gases de efecto invernadero, de su ciclo de vida a través de métodos naturales. 4º Control de desechos de la mano de su reutilización y habilitación de nichos agrícolas abandonados a través de la promoción de la circularidad de producción-transformación-desechos-producción. En otras palabras, la reutilización de múltiples materiales y adopción de la reparación, el mantenimiento y la actualización de nuestro parque de recursos para evitar cambios ambientales de daño. 5º Construir/adecuar ciudades con sentido vital y humano, eso tiene doble fin: restaurar la comunidad urbana al bienestar humano y las áreas agrícolas y silvestres a la vida.

Las ciudades, cuando están organizadas convivencialmente y claramente delimitadas, son organismos intrínsecamente eficientes (en la actualidad no contamos con ninguna) albergan violencia y son insalubres, orientadas al transporte, contaminación y llenas de basuras. Lo anterior conlleva a otro elemento fundamental: 6º Proveer hogares seguros y dignos para todas las personas para construir equidad social, sustento económico y respeto compartido por nuestros recursos comunes y la naturaleza.

El lugar habitacional no es simplemente un medio de supervivencia (como lo es para la mayoría de guatemaltecos) debe ser un instrumento activo y de inversión. Si se entiende mejor, un lugar habitable donde las personas y las familias puedan crecer y evolucionar cómodamente, dentro de espacios bien considerados, funcionales, saludables y espiritualmente restauradores. En el caso de un lugar habitacional rural, cabe a lo anterior añadir un empoderar a las comunidades e involucrar a los conocimientos científicos, prácticas tradicionales de los pueblos indígenas con mejores aplicaciones de mantenimiento y conservación ambiental con producción agrícola.

Nuestra especie solo puede movilizar sus capacidades innovadoras, con determinación y solidaridad si enfrenta la crisis ambiental a la par de la existencial en conjunto y cohesionadas. La emergencia política y de uso de la tierra y climática que se está desarrollando en nuestro medio, ha agravado el conflicto social y la desigualdad económica, obligando a miles a migrar, creando verdaderos asentamientos de miseria social y ambiental.

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