Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

post author

 

Alfonso Mata

Si queremos ser realistas sobre lo que sucede en nuestro medio social y ambiental, debemos tener claro que una vez que se exceden ciertos límites, solo hay un camino para lograr una sociedad justa equitativa y sostenible y me refiero a luchar contra el declive incontrolado a través de la introducción ordenada de una nueva solución (ambiental, educativa, financiera, salubrista laboral); de lo contrario, seguiremos con la depredación inmensurada humana y ambiental y asegurando el colapso (confrontación y migración, aumento de la pobreza, daño ambiental irreversible). Es entonces que debemos entender que darle impulso a mayor corrupción institucional estatal y social, no se puede mantener ya. Si se sigue intentando y motivando a políticos y funcionarios y a la iniciativa privada de privilegios, a identificar y poner en práctica nuevas soluciones tipo finca, la cosa se ve a corto plazo insalvable.

Sin embargo, también debemos tener claro que una nueva solución no surge de la noche a la mañana, ni tampoco de poner una cruz de anuencia en un papel, que solo significa después de todo, un «retraso en la solución y la implementación», que cubre ya más de un período presidencial, legislativo y judicial y es claro que hay que empezar un cambio, ya que estos tres poderes hacen mancuerna, para proteger y prorrogar el estado actual. Entonces, todo debe comenzar por romper los cimientos de la corrupción y eso es tarea de todos no de la elección de funcionarios, pues muchos son parte de ella y falta mucho para que desaparezcan por completo tales actos. Este es el mensaje que claramente establece los límites a esperarse del acto electoral actual: somos nosotros los que debemos actuar pues otros no lo harán.

En todas las diez elecciones pasadas de funcionarios, a pesar de contar ya con una visión científica de nuestra problemática, lo que hemos obtenido es una lenta respuesta política que no ha proporcionado ninguna solución viable. El declive incontrolado de nuestra riqueza natural de su red social, se ha discutido en innumerables foros nacionales e internacionales, pero la respuesta en actos y ejecuciones sobre las causas y riesgos definidos ha sido pobre, favoreciendo la avaricia de unos pocos. La política acá se ha convertido en un negocio.

Así pues, digan y proclamen lo que quieran los expertos y políticos, de cuarenta años para acá (diez elecciones), todavía no hemos visto una reducción en las causales de pobreza social y económica y mucho menos de las ambientales. La población permanece en un sólido exceso de todo tipo de problemas y pobrezas, que impiden su bienestar y desarrollo y podemos discernir que es mudo testigo y afectada pasiva, de los signos de la próxima destrucción gradual del ecosistema y el proceso social. Una vez que se comprendieron los peligros potenciales del bienestar social y ambiental y las soluciones fueron dadas, nunca se han tomado medidas rápidas, suficientes y aplicadas con equidad y justicia para solucionar.

De tal suerte que, los pobres límites del crecimiento nacional, su colapso, ya no son posibilidades sino realidades, y es difícil en la oferta electoral actual, ver una posibilidad futura que permita mediante una política nueva, sabia y con visión de futuro, detener los daños. Es difícil pensar que el panorama electoral, pueda aumentar la conciencia, acorte los retrasos y cambie las sombrías perspectivas para el futuro nacional. Tampoco es obvio ver en medio de ello, un apoyo del proceso político-social al optimismo, conciencia y voluntad ciudadana para el cambio. ¿Seguiremos sin convergir a un fin deseable?

Artículo anteriorLa voluntad de vivir
Artículo siguientePoca credibilidad