El último incidente entre el partido de los Baldizón y Carlos Pineda, quien fuera su candidato presidencial, con el que rompieron abruptamente, puede tanto ser un enfrentamiento real y directo como una maniobra para dar un empujón más a quien se adueñó de las redes sociales para crecer políticamente Foto La Hora.

 

Esta campaña electoral ha terminado de minar la poca confianza que la opinión pública tenía aún en los políticos del país, porque el tono de todos los mensajes electorales es producto de una forma muy barata de populismo mediante el cual se pretende no sólo engañar al electorado, sino construir castillos en el aire. El último incidente entre el partido de los Baldizón y Carlos Pineda, quien fuera su candidato presidencial, con el que rompieron abruptamente, puede tanto ser un enfrentamiento real y directo como una maniobra para dar un empujón más a quien se adueñó de las redes sociales para crecer políticamente.

En el mundo de la política criolla todo cabe en lo posible porque aquí los acuerdos bajo la mesa son la norma y no sabe uno quienes giran alrededor de alguno de los muchos pactos que se hacen para perpetuar el modelo de la corrupción en el país y seguir saqueando los recursos públicos. Nunca se conocieron al detalle los factores que provocaron la ruptura entre los Baldizón y Pineda luego de una estrechísima relación que los había llevado a postularlo como presidenciable, pero el caso es que Pineda se pasó al partido Prosperidad Ciudadana y empezó su creciente campaña con ellos.

Repetimos que en este mundo político todo cabe en lo posible; puede ser un enfrentamiento real y directo o un nuevo amaño para engatusar a la opinión pública. Pineda dijo que a los Baldizón los compraron para que impugnaran su participación a cambio, entre otras cosas, de evitar que les extingan el dominio sobre millonarios bienes, situación que no sorprende porque todos sabemos que aquí el poder existe para garantizar impunidad. Pero, por supuesto, la figura de Pineda crece al ser objeto de un ataque del partido que pertenece a esa familia cuyo máximo líder ha sido expuesto en varios casos criminales.

Si existiera certeza jurídica y autoridades electorales y judiciales que resolvieran conforme a Derecho, la ciudadanía sabría que la resolución final sería basada en el análisis de los hechos, en la realidad y de ello dependería el veredicto final. Pero como los tribunales, tanto ordinarios como electorales, están copados, las razones para dudar están allí, justificadas por numerosos precedentes que muestran el manoseo de la ley para beneficiar a unos y perjudicar a otros, lo que justifica plenamente la desconfianza ciudadana.

Es éste un proceso electoral sumamente atípico y hasta extraño por muchas razones, generando escepticismo en los electores que, lejos de escuchar propuestas, se tienen que decantar por quienes sean más hábiles en la demagogia.

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