Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

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Alfonso Mata

A la par de la corrupción y actuando de su mano, en el mundo nacional se presenta como gran problema el reparto; el reparto equitativo de la renta del país y para ello debaten en lo teórico, las mal llamadas derechas e izquierdas, que más bien se les debería de llamar por su nombre: doctrinas socialistas y doctrinas capitalistas en plural, pues no existe una sola ni de una ni de otra pero si una diferencia entre ambas, diferencia –que sin ser un economista- veo que tienen algo en común: El problema de distribución de bienes y servicios entre la sociedad.

Es imperativo entonces resolver la disyuntiva, a partir de la forma de pensar y concebir el qué y cómo repartir que tienen esas doctrinas y sus fines. De manera que al final se obtenga una definición de cuándo, cómo y a quién se tiene que repartir y cuánto es lo justo que se tiene que recibir, tratando en eso de cerrar lo más posible las brechas individuales y sociales, actualmente existentes y aceptadas por todos.

Las diferencias entre doctrinas socialistas y capitalistas en este tema son evidentes. Mientras que las capitalistas ven que el cierre de brechas debe ser un esfuerzo propio, sin medir ni considerar que no todos los grupos sociales actualmente existentes, parten en esa misión de una misma línea en igualdad de condiciones y oportunidades y por otro lado, que aun dentro de los mismos defensores de esta doctrina, en muchos ese esfuerzo se ve infructuoso ante un sistema nacional como el nuestro, en que no existe libre empresa en nada, pues todo se hace en base de privilegios y en que la negociación es comandada por el chantaje y los privilegios; lo que a la larga ponen a inmensa cantidad de pobladores en desventaja y genera una lucha en qué vale de todo; en que lo que menos media es el orden y la justicia y esto genera una gran brecha de injusticia e inequidad que causa desequilibrios entre clases sociales, que no solo tienen que ver con lo económico, también tiene que ver con salud, educación, participación ciudadana; que define condiciones y estilos de vida, favorecedores o de impedimentos, para el desarrollo de condiciones y potenciales físicos mentales y emocionales. Todo ello, las ideologías sociales le dan otro contexto y solución, una manera diferente de atender toda la problemática.

La dura realidad es que independiente de qué ideología nos parezca mejor, todos estamos de acuerdo en que no podemos seguir así. En que no puede seguir siendo denominador común, que las mayorías vivan de los sobrantes de una minoría, en lo económico en ambiental, en lo educativo, salud, etcétera. Todos estamos de acuerdo que hemos querido resolver esa realidad macabra, colocando parches por aquí por allá, para impedir que las inequidades se agranden, pero eso alivia, no soluciona. Finalmente estamos de acuerdo, que no puede adelantar nada su desarrollo, aquel que ni siquiera puede vivir con seguridad el año en curso, haciendo y usando cosas solo para el hoy, sin poder sembrar futuro, sin poder negociar este; mientras que hay unos que consumen más de lo que necesitan. No se trata ni de esclavizar cómo puede estarle sucediendo a algunos, ni de quitar a trompicones a los que tienen. Se trata de fijar pautas y conseguir actuar, para cerrar las causas y que haya facilitadores de cierre a esas brechas, que permitan generar espacios de oportunidad más justos y más equitativos para todos.

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