Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

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Alfonso Mata

Si es un lector habitual, ya sabe bastante sobre los escritores de este medio. De hecho, mucho más que sobre muchas personas cuyos nombres conoce. Si lee una noticia, opinión, realmente sabe quién la escribió: lo que pensamos, cómo reaccionamos; mucho sobre nuestras historias de vida, la edad que tenemos, lo que hacemos, nuestros puntos de vista políticos y religiosos, nuestras áreas de especialización, numerosas opiniones sobre una gran variedad de cosas. Saber nuestros nombres no le diría mucho más e incluso podría ser engañoso.

El «problema» de la identidad, es un tema que interesa curiosamente a todos: ¿qué significa ser un autor? En esta empresa, somos nuestros propios autores y editores. Nadie se interpone entre las palabras que redactamos y las palabras que usted lee. Los diarios tienen directores y editores, que en alguna medida se interponen en ese espacio, incluso no es raro que los grandes autores tengan editores, a los que agradecen en los reconocimientos de su obra (si el autor es honesto y generoso). Los editores talentosos, no solo copian y editan, hacen sugerencias sobre qué poner, qué quitar, en qué orden poner las cosas y si el libro o artículo debe ir a la imprenta. Pero aquí no hay editor. El que escribe, escribe lo que quiere escribir. No se necesitan permisos y todo sube tan pronto como presionamos el botón «Publicar» de la compu y se va a las oficinas del periódico.

Si desea evidencia de nuestra experiencia, hay bastante disponible en lo que cada uno ha escrito en este medio. ¿Somos informadores precisos de la ciencia de la que hablamos? Eso le toca juzgar a usted por sí mismo, pero puedo decirle que la mayoría de nosotros, hemos recibido muchos correos electrónicos agradables. No creo que alguna vez nos hayan dicho que lo hicimos todo mal, aunque en ocasiones, hemos tenido adiciones o aclaraciones y a veces hemos cometido errores, que corregimos rápidamente en la publicación, incluso indicando que es una corrección.

Es verdad que muchos buenos hacen cosas que nosotros no hacemos. Por ejemplo, se ponen en contacto con los actores de la opinión, para obtener explicaciones adicionales (lo hacemos, pero no con harta frecuencia). No hacemos eso, porque no tenemos que hacerlo. Informamos sobre cosas que entendemos y que no necesitan que nos las expliquen. Y damos puntos de vista alternativos, cuando pensamos que deberíamos, nuevamente, porque entendemos el contexto. Lo que no hacemos es ir a la caza de alguien con una visión diferente en aras del «quedar bien».

¿Cómo puede usted como lector saber si los puntos de vista alternativos están bien fundados, prevalecen o sirven a intereses especiales? para decirlo sin rodeos, la mayoría confía en nosotros. En comparación con los escritores de libros y que tienen mucho más derecho a ser el autor de algo, usamos y en muchos casos dependemos de artículos de noticias o informes o publicaciones científicas hechas por otros, y nosotros también tenemos que tomar la mayoría de las cosas que leemos con fe. Como muchos lo hacen, para la mayoría de los temas de interés general, no hemos leído todas las citas y no es probable que vayamos a leerlas; lo que si hacemos es comprobar la veracidad de las afirmaciones del autor o actor y a menos que tengamos una buena razón o conocimiento previo de que está mal, nos abstenemos de escribir al respecto. Como autor sobre algo de opinión, mis palabras están enredadas en una red de ideas entrelazadas y conectadas, muchas de las cuales dependen de la fe para su coherencia y fuerza. Todo lo que puedo afirmar, es haber unido las palabras de una manera que creo que es única para mí. Y acá termina la cosa, intento plasmar nuevas ideas, aportar valor. Pero estoy usando materias primas proporcionadas por muchas personas sin nombre y que en la realidad son coautores.

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