Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

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Alfonso Mata

En mi última opinión, señalaba que el mayor problema mundial tiene que ver con las inequidades y un lector me preguntaba cuál creía su principal causa. No dude: una socialización que no llega a vivirse como un proceso de comprensión y compromiso aún. Todas las naciones del mundo han crecido peleando unas con otras y aun buscan resolver sus conflictos y perturbaciones de forma agresiva. Eso también sucede dentro de las clases sociales que las integran. Fue el gran salto tecnológico e industrial y de las comunicaciones, producido desde el siglo XIX, el que vino a acercar todas las culturas de la humanidad, antes separadas física y mentalmente, viviendo en territorios exclusivos y sin saber ni preocuparse del otro. Pero ese aumento de interrelación demográfica, económica, tecnológica y política, no se ha visto acompañado de debida socialización hacia la comprensión y el compromiso con el otro, sino más bien hacia la realización y hundimiento de la cultura del otro; fenómeno que nace con las conquistas europeas en todos los continentes y se mantiene en la actualidad con la actual demagogia de “liberaciones en nombre de la democracia” usada contra naciones que su principal delito es poseer recursos, con los que el liberador arrasa en cuestión de años, dentro de un concepto de total injustica, sin que en compensación se den beneficios que ofrezcan mejor oportunidad a los “liberados” más bien opresión y destrucción de su hábitat natural y social.

Tanto lo anterior, a lo que se suman problemas internos, da lugar a movilización de personas, que provoca no solo cambios en condiciones y estilos de vida, sino agregación creciente de dificultades políticas, de relaciones humanas y ambientales, carentes para su  solución de apoyo gubernamental y social y de sistemas de jurisprudencia justos, cayendo entonces en una individualidad usada con el fin primordial de sobrevivir el día a día, dentro de voraces devoradores de colectividades, como son las oficinas, fábricas, comercios y viviendas, luchando dentro de esa vorágine, por agenciarse centavos y por un bienestar mínimo. De tal manera que las innovaciones de condiciones sociales y de hábitat moderno, no han producido más que un gigantesco conformismo colectivo, que paradójicamente ataca constantemente las libertades y evolución individual.

También resulta claro a mi entender, que el actuar político y el funcionamiento de las instituciones de gobierno, no vienen a ser más que los medios, los instrumentos, del monstruo que impide llegar a una socialización de comprensión local, regional, mundial, añadiendo leña al fuego e impidiendo la formación de una estructura social justa y un goce de libertad individual. Me refiero como monstruo, exactamente a las grandes concentraciones económicas y financieras, ahora llamadas multinacionales, que son las que rigen el mundo propiciando gobiernos corruptos o esclavizando a los que se quieren salir del guacal.

Ante tal estado de cosas, solo cabe esperar que el hombre que saldrá de las nuevas generaciones, dirija su mirada hacia adelante, persuadido que tendrá que hacer una nueva civilización, sin gran relación con la que le ha precedido y eso le demandará de héroes y de víctimas, de la misma manera que lo hizo la actual sociedad. Ese es para mí, el panorama mundial que va más allá de un conflicto Rusia-Ucrania o EE. UU.-China. Es de orden mundial.

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