Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

post author

Alfonso Mata

La navidad es fecha de recuerdos y nostalgia para los adultos y de alegrías y esperanza para los niños. Unos olvidan sufrimientos y pesares a costa de la alegría de los otros y aquellos crédulos en un Dios, por lo menos lo hacen pasar tras la niebla de sus pesares y preocupaciones bañándolos eso un poco de paz.

Ya mujer ya hombre, todos nos paramos en esta fecha ante nuestra vida para entregarle un corazón compadecido de si y de los demás y la lástima se desvanece tras la sonrisa del ser que amamos y de la nostalgia de lo que añoramos, ¡lástima que es carga dure solo minutos u horas! para caer luego con ojos empañados ante una realidad hostil que apretuja cuerpo y alma, perdiendo entre sorbo  y sorbo del ponche, dulces recuerdos de niñez que de memoria pasan a realidad.

Ya niña, ya niño, sentado de tanto esperar sin habla y de continuo contando las horas y dejando atrás al día, lanzando ardientes miradas a los regalos, todos los niños del mundo esperan la señal de salida y cual pájaros en un instante se adueñan del horizonte de su vida y no cabe duda que al igual que los adultos, Dios los recoge en sus manos y gime aunque nadie lo invoque.

Creo que ese cambio, esa voz plácida y afortunada de paz y prosperidad en un instante de todo un año sobre la tierra, es el milagro de los siglos que hace saltar las estrellas y cobrar alas a los renos. Instante de dar y recibir, que no se dará en ningún otro momento hasta un próximo año y que hace volver aciagamente corazón y mente, a una realidad que oscurece toda felicidad hasta otro nuevo año.

Contemplando dentro de ese valle que es mí  en corazón y donde se asienta el alma, se agitan y abrazan mis recuerdos, brotando de mi memoria y resonando dentro de los villancicos vienen aquellos tiempos irradiados de puro deseo, convertido en alegrías, y entonces, yo mismo me siento como un antepasado; la tierra nunca compartió mis ilusiones, me quitó la sed y el hambre, pero solo me concedió relámpagos flamígeros entre días y entre noches de convivencia de “paz a los hombres de buena voluntad”. ¡Felices fiestas de pascua! estimados lectores y que esta perdure sin carcomerse por la sed y el hambre de la ambición y vana gloria.

Artículo anteriorDel Estado Actual al Estado Plurinacional, mediante nuestra articulación política social y popular
Artículo siguienteEn el XXV aniversario de la firma del Acuerdo de Paz Firme y Duradera (parte II)