Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

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Alfonso Mata

Estimo que el 90% de lo que se escribe en nuestra prensa, a la larga nos muestra la hostil relación entre la sociedad y la política, y es que en ambos campos, es clara la brecha que se ha establecido entre el mandato definido en la Constitución y el actuar que se tiene. Es ese divorcio y desarticulación mandato-acción, la fuente de toda la problemática nacional que describen los medios de comunicación cotidianamente y que nos expone a un vivir y convivir político y social de violencia generada en ambos campos. Ese incumplimiento de las leyes que propicia robos, atropellos a la persona y dignidad humana incluso asesinatos, en el fondo es consecuencia de una búsqueda continua de placer y satisfacción de pasiones a costa del acto ilícito, que se ha ido enraizando en nuestra sociedad.

Esa conducta y conducirse de incumplimientos, tiene sus raíces desde la niñez; en unos más, en otros menos; y variable en cuanto a intensidad e intereses y enfoques. Y esas conductas heterogéneas y desenfrenadas, al final han configurado una nación con relaciones públicas y privadas caóticas, a la vez que injustas e inequitativas. Así pues, no es de extrañar en cuestiones privadas y públicas toda una serie de negocios injustos e ilícitos, que no sólo resultan absurdos y dañinos, sino a la larga perniciosos para la mayoría. La historia de nuestra patria, es una historia de un actuar político y social que se materializa en una tensa fricción entre humanos y entre política y sociedad, y de eso se sigue alimentado la noticia en la actualidad; es eso lo que se hace evidente en muchos actos públicos y privados.

Si no se quiere llegar a una lucha inhumana, a darle continuidad por décadas y siglos más a un país que vive enteramente con el delito como telón de fondo, se hace más que evidente, la necesidad de diagnosticar, evidenciar, desplegar y corroborar el porqué de esas situaciones políticas y sociales y del choque que se da entre ellas, para plantear soluciones viables y consensuadas. No es eso misión primera para la Academia y luego para los Partidos Políticos ¡NO! Sólo fruto de un análisis consensuado público y de sociedad civil debidamente representada, puede abrirse un espacio para salir del oscurantismo ético y moral en que nos hemos sumergido y hemos sumergido los asuntos públicos políticos y sociales, y ese más que diálogo acuerdos, debe darse en una cancha en que pueden y deben jugar con prioridad la vida biológica y la vida del espíritu del ciudadano y la comunidad.

Urge en nuestro medio, desarrollar y fortalecer un actuar y un hablar conjunto político y social dentro de un verdadero espacio de justicia y equidad, y quizá la mejor forma de resumir el verdadero propósito en ello, el espacio donde se debe mover una nueva relación política social, nos la resume las palabras de Ann Arendt: “formar un espacio donde yo aparezco ante otros como otros aparecen ante mí”.

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