Adolfo Mazariegos

Politólogo y escritor, con estudios de posgrado en Gestión Pública. Actualmente catedrático en la Escuela de Ciencia Política de la Universidad de San Carlos de Guatemala y consultor independiente en temas de formación política y ciudadana, problemática social y migrantes. Autor de varias obras, tanto en el género de la narrativa como en el marco de las ciencias sociales.

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Escuché a un expresidente suramericano decir en la televisión (lo parafraseo) que seguramente pronto veremos resoluciones judiciales dictadas a través de Inteligencia Artificial. Hacía referencia a cómo los nuevos tiempos han traído esa vorágine de cambios basados en nuevas tecnologías y cómo los seres humanos nos hemos ido acostumbrando a ello sin apenas darnos cuenta. Ciertamente, el asunto no deja de inquietar y de poner una vez más sobre la mesa lo trascendental que resulta la aplicación de justicia con respecto a tales cambios. Ya en la actualidad se ha sabido en distintas partes del mundo (por ejemplo) acerca de la manipulación de imágenes fotográficas o audios con la finalidad de cambiar la dirección de algún proceso jurídico. Existen ya incluso shows de televisión cuya finalidad es poner al descubierto los mecanismos y formas existentes para la realización de dichas modificaciones. Ello, no obstante, es sólo aquello que de alguna manera nos es dado ver. Los icebergs, como bien sabemos, son por lo regular mucho más grandes que la parte que el ojo puede apreciar por encima de agua. Ello hace reflexionar en las posibilidades tal vez numerosas que podrían existir en un futuro próximo no sólo en la utilización de IA para emitir resoluciones judiciales, sino para modificar, crear, suplantar, etc., pruebas de una causa, sea a favor o en contra según sea el caso y dependiendo de los factores externos que puedan influir. Sin duda las legislaciones del mundo entero; los órganos de administración y aplicación de justicia; los abogados; y hasta los ciudadanos en términos generales, tendrán que adaptarse a los cambios en esa área de la convivencia en sociedad, de la misma manera que indicaba el expresidente citado que se ha acostumbrado el ser humano a los cambios constantes del desarrollo humano en términos tecnológicos. Los cambios y adelantos que observamos todos los días no se detendrán, forman parte de un proceso lógico y natural del que solamente puede hacer alarde el ser humano en tanto que ser racional con capacidad de pensar, razonar y discernir. Y, como he manifestado ya en otras oportunidades: la tecnología y su avance inexorable quizá no sea el asunto por discutir, sino la finalidad y los usos que se le dé a tales tecnologías conforme se van creando y mejorando.

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