Adolfo Mazariegos

Politólogo y escritor, con estudios de posgrado en Gestión Pública. Actualmente catedrático en la Escuela de Ciencia Política de la Universidad de San Carlos de Guatemala y consultor independiente en temas de formación política y ciudadana, problemática social y migrantes. Autor de varias obras, tanto en el género de la narrativa como en el marco de las ciencias sociales.

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Hace tan sólo unos días tuve la fabulosa oportunidad de asistir a una reunión en la que se abordaron diversos temas relacionados con la justicia y su aplicación en un mundo moderno como el actual. Una de las cuestiones que no dejó de llamar mi atención fue el aparecimiento del tema de la Inteligencia Artificial como preocupación en el marco de la aplicación de justicia de cara al futuro, siendo que ya en la actualidad es posible modificar fotografías, videos, audios, textos, etc., con base en la utilización de Inteligencia Artificial, lo cual puede representar un reto de consideración (por ejemplo), a la hora de diligenciar pruebas en un proceso judicial. Y no dejaron de surgir, por supuesto, interrogantes en torno a cómo los ordenamientos jurídicos de los Estados tendrán que adaptarse o modificarse (sin duda) de acuerdo con las demandas que tal modernidad y retos supongan. Y, aunque ciertamente lo relativo a la adaptación no ha representado un problema que no sea superable dependiendo de las circunstancias y de los niveles de desarrollo del individuo en términos puramente humanos, lo relativo a la incertidumbre que genera lo desconocido y los fines para los que a veces determinadas tecnologías pueden ser utilizadas, es un asunto muy distinto. La justicia y su aplicación es un asunto muy delicado en términos jurídicos más que filosóficos. Y ni siquiera es necesario decirlo. Sin embargo, la expectativa generada en los más recientes años por los efectos que la utilización de IA puede alcanzar, ha desbordado en poco tiempo los embalses de la lógica y de la inquietud del ser humano común. ¿Cómo serán en el futuro las campañas políticas, si ya de las formas “tradicionales” han representado para millones de ciudadanos a lo largo y ancho del mundo, verdaderos fastidios y dolores de cabeza?, ¿cómo serán los shows de televisión si podrán tener como invitados a famosos que ni siquiera lo saben hasta que se ven “a sí mismos” en la pantalla?, ¿cómo serán las campañas publicitarias que anuncian productos de todo tipo y que al final resultan una gran decepción (por decir lo menos)?… El avance de las sociedades humanas con base en la existencia de tecnología no se detendrá. Así ha sido siempre. Eso ha sido lo que ha movido al mundo después de todo, pero, quizá valdría la pena detenernos un momento a pensar en la clase de mundo que tendremos en poco tiempo y que heredaremos a quienes vienen siguiendo nuestros pasos. La IA es una cosa, pero la justicia y su aplicación de cara al futuro…, ese es otro asunto, un asunto que quizá no debiéramos tomar a la ligera, y pensarlo, desde ya.

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