Adolfo Mazariegos
Con el correr de la historia y conforme el ser humano fue tomando conciencia de sí mismo, empezó también a cuestionarse acerca de aquello que lo hacía humano. Desde los filósofos clásicos, pasando por denominaciones religiosas de todo tipo, eruditos, charlatanes, visionarios o conspiradores, hasta científicos contemporáneos en cuyas ideas y pensamiento se ha basado mucho de lo que hoy para nosotros es cotidiano, se han realizado alguna vez (seguramente), una pregunta similar: ¿qué nos hace humanos?, más allá de lo puramente físico, biológico y de esa capacidad de raciocinio de la que tanto nos ufanamos a veces en el marco de nuestra convivencia social.
Los animales también tienen la capacidad de formar sociedades, aunque, no así (suponemos) la capacidad de razonar y de tomar decisiones con base en ese raciocinio que nos distingue, aunque, quien sabe si de pronto tal cualidad o beneficio haya dejado ya de ser nuestro particular monopolio.
Hoy, la Inteligencia Artificial, mediante la utilización de sofisticados programas o algoritmos complejamente elaborados (inicialmente creados por humanos, según asumimos), también tiene capacidades que le permite tomar decisiones y realizar acciones que quizá tan sólo hace cuarenta o cincuenta años eran una cuestión considerada poco menos que utopía.
Con el paso de los años, no obstante, la utopía fue convirtiéndose en una realidad de la que aparentemente ya no podemos escapar en esta compleja actualidad en la que nos ha tocado vivir. Pero, ¿qué nos hace humanos, entonces? ¿Será tal vez esa capacidad de asombrarnos ante lo indescriptible o lo inefable?; ¿o será quizá la sensación que experimentamos ante al dolor de alguien más?; ¿o el sentimiento de frustración al que a lo mejor rehuimos ante la desolación e incertidumbre de una guerra?; ¿serán las ilusiones?; ¿o la angustia?; ¿el amor? …En fin. Mucha tinta y papel se han consumido con escritos acerca de la humanidad y sus misterios. Mucho se ha dicho de lo bueno y de lo malo de vivir en nuestro mundo complicado. Y aunque estemos tan acostumbrados a creernos o sentirnos muy humanos, el cuestionamiento es válido, independientemente de nuestra creencia, ideología, condición social o forma de proceder en la vida.
Seguramente siempre existirá una duda (tonta si se quiere, aunque legítima) que saltará como una liebre inesperada en nuestro bosque o nuestro campo de existencia, y que tal vez nos hará pensar en que la humanidad no solamente es una condición de la que disfrutamos quienes tal vez con arrogancia aceptamos tan curiosa denominación… La humanidad también se vive; se demuestra; se agradece. ¿Humano? ¿Ser humano? ¿Qué nos hace seres humanos?