Adolfo Mazariegos

Politólogo y escritor, con estudios de posgrado en Gestión Pública. Actualmente catedrático en la Escuela de Ciencia Política de la Universidad de San Carlos de Guatemala y consultor independiente en temas de formación política y ciudadana, problemática social y migrantes. Autor de varias obras, tanto en el género de la narrativa como en el marco de las ciencias sociales.

post author

Adolfo Mazariegos

En su libro La sociedad del cansancio, el profesor Byung Chul-Han de la Universität der Künste Berlin, UdK -Universidad de las Artes de Berlín- indica que (lo parafraseo) “toda época tiene sus enfermedades emblemáticas y, como es de suponer, estas llegan a su fin o remiten una vez que se ha encontrado la cura” (Byung-Chul Han. La sociedad del cansancio (capítulo: La violencia neuronal). Edición en castellano publicada por Herder Editorial, Barcelona, 2012. Título original en alemán: Die Müdigkeitsgesellschaft. MSB Matthes & Seitz, Berlín, 2010). Cabe indicar que, ciertamente, cada etapa del desarrollo humano en sociedad ha tenido particularidades determinadas que las distinguen y que las hacen únicas en el tiempo, es decir, cada época, en el marco del desarrollo histórico de la humanidad, es irrepetible, intrasmutable, y ha tenido (como hasta hoy) sus propias problemáticas en tanto los avances de la ciencia y la tecnología se van sucediendo inexorablemente. Traigo el tema a cuenta (del que ya escribí brevemente hace algunos años), motivado por el fenómeno que actualmente experimenta el mundo entero en el marco de la pandemia que a todos nos alcanza de alguna manera, algo que ya empezaba a visualizarse en menor escala en Silicon Valley, la meca del desarrollo tecnológico de Internet y de las gigantes empresas que dominan gran parte de los entornos virtuales del mundo actual. La tecnología y su desarrollo, como es fácil apreciar, es algo que con su avance ha contribuido a que la humanidad, para bien o para mal, llegue hasta donde hoy se encuentra. No obstante, ese avance también supone el advenimiento de problemáticas y padecimientos propios de cada etapa. En lo particular, no estoy en contra de tales avances, es más, los considero necesarios y parte de una dinámica natural e indispensable para el desarrollo de la humanidad en el que muy difícilmente reparamos en nuestro día a día. Sin embargo, la forma y el uso que de ésta se haga (la tecnología), sí es un asunto en el que me parece preciso prestar especial atención en virtud de los resultados y consecuencias que en un momento dado pueden acarrear, tal como ya se observa actualmente en el marco de la pandemia. El aumento en el uso de tecnología está provocando un fenómeno en aumento que está produciendo ansiedad y otros trastornos y adiciones en muchas personas a nivel global, particularmente niños y adolescentes, lo cual, sin duda, debiera hacernos pensar al respecto. La responsabilidad y conciencia con que se asuman los retos y demandas de un mundo moderno, sin duda serán cruciales en el destino que la misma humanidad tenga el día de mañana. Cada etapa humana ha traído consigo sus propias enfermedades, padecimientos y riesgos, es verdad, y la actual etapa del ser humano en la que la tecnología, más allá de la pandemia, pareciera ir a pasos muy acelerados no es la excepción.

Artículo anteriorA propósito de la cancelación de partidos políticos
Artículo siguienteProhibido llorar