Han transcurrido cinco años, en donde la normalidad entre la población a nivel nacional cambió. De sonrisas a mascarillas, de calles llenas a vacías; Guatemala experimentó una de las peores crisis de la historia, que acabó con muchas vidas, sueños y metas, dejando enlutadas a un centenar de familias. Un 13 de marzo, el entonces presidente, Alejandro Giammattei, anunció el primer caso de COVID-19 y desde entonces crecieron inquietudes y miedos que paralizaron a la sociedad.
En 2020 se empezó el «Coronavirus» «SARS-CoV-2» inició a ser escuchado por la población, una enfermedad viral completamente nueva y con facilidad de contagio, que provocó una suspensión total de clases, trabajos y todo tipo de actividad que permitía el contacto físico.
La crisis sanitaria, a la fecha, no solo ha cobrado vidas humanas, sino también empleos, educación, salud y estabilidad económica para muchos guatemaltecos.
CUANDO TODO EMPEZÓ
Los primeros casos de lo que luego se conocería como COVID-19 se identificaron en diciembre de 2019 en la ciudad central china de Wuhan, y fueron notificados a la OMS el 31 de ese mes.
El 5 de enero de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS), declaró la primera alerta, por lo que entonces denominó «neumonía de origen desconocido detectada en China».
El 30 de enero declaró la alerta internacional y el 11 de febrero la bautizó como «covid-19», finalmente el 11 de marzo la declaró oficialmente una pandemia a nivel mundial.
EL PRIMER CASO EN GUATEMALA
En Guatemala, se respiraba ya un ambiente de preocupación. Dos días más tarde se haría oficial el primer caso en el país. Sin embargo, poco sabían los guatemaltecos de la tragedia que se acercaba, principalmente en 2021, el segundo año de la pandemia, que fue cuando más muertos hubo por la variante Delta del coronavirus.
Hasta esa fecha, el mundo nunca había visto una pandemia provocada por un coronavirus, enfatizaba el organismo mundial.
Pocos días después de la “llamada” que recibió Giammattei en la que le anunciaron el primer caso del SARS-CoV-2, este anunció el toque de queda, tras registrarse nuevos casos de la enfermedad.
Después de este anuncio, la situación del país tuvo un giro drástico. La ciudadanía acudió a los mercados, supermercados y tiendas más cercanas a adquirir utensilios y productos de limpieza, papel higiénico y comida en grandes cantidades.
UN ACCESORIO MÁS
Las mascarillas se convirtieron en el accesorio obligatorio para toda persona. Ante la demanda de las mismas, un nuevo modelo de economía parecía vislumbrar para cierto sector económico.
Niños y adultos comenzaron a realizar algunas actividades, pero en todo momento y lugar se tenía que utilizar mascarilla, entre otras medidas de seguridad sanitaria.
Empezaron a crearse medidas sanitarias como:
- El uso de mascarilla en personas con síntomas respiratorios o enfermedades crónicas.
- El uso de la etiqueta, que consiste en cubrirse la boca y nariz con la parte interna del
- brazo o con pañuelo al toser o estornudar.
- Lavarse inmediatamente las manos para evitar esparcir el virus.
- Mantener el distanciamiento de al menos un metro entre personas en ambientes cerrados.
La esperanza de una oportunidad de vida tras ser contagiado se vio con la llegada de las vacunas Pfizer, moderna, AztraZeneca y otras; sin embargo, muy poco duró cuando salió al descubierto la corrupción detrás de ellas con los millonarios desembolsos para ser gastados en infraestructura, medicinas, vacunas e insumos.
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PASADO LOS DOS AÑOS
Durante los primeros tres meses en Guatemala el sistema de salud experimento una de las mayores presiones. Desde el día cero, La evolución de la enfermedad registró 167 casos durante los primeros 30 días y 1 mil 342 al cumplirse 2 meses del primer caso.
Mientras que en los primeros 12 días del mes de junio (tercer mes), se registraron 3 mil 646 casos y 235 fallecimientos y así aumentaban día con día.
Pasado los dos años, Guatemala alcanzó los 20 mil decesos a causa de la enfermedad, mientras el país se encontraba en la sexta ola de contagios, por lo que el Ministerio de Salud (MSPAS) intensificó las acciones de vigilancia, prevención y control en poblaciones, con el objetivo de disminuir los contagios.
UN TOQUE DE QUEDA DE OCHO DÍAS, QUE DURÓ TRES AÑOS
Tras la llamada recibida del primer caso, Guatemala quedó paralizada, pues el expresidente Giammattei durante la cadena nacional del 21 de marzo de 2020, instaló el primer toque de queda, el cual duraría «ocho días» en un horario de cuatro de la tarde a las cuatro de la mañana del día siguiente.
Horas más tarde, se anunció por decisión unánime el decreto 6-2020, el cual restringió la libertad de locomoción, incluyendo el tránsito y la circulación de personas, tripulación, pasajeros y vehículos, entre las 16 horas y las 4 horas del día siguiente desde el 22 de marzo hasta el 29 de marzo del 2020.
Sin embargo, estas medidas no duraron ocho días, ya que las mismas, luego, fueron aplazadas por varios meses y años, en las cuales la ciudadanía quedó encerrada, dejando las calles desoladas.
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7 MILLONES DE MUERTES EN 234 PAÍSES
De acuerdo a la OMS desde que inició la pandemia a finales de 2019 hasta finales de 2024 se registraron 777 millones de casos de COVID-19 y 7 millones de muertes.
Sin embargo, la OMS asegura que la cifra por fallecidos durante la pandemia podría ser tres veces mayor al número oficial, por lo que podría superar los 20 millones de muertos a causa de la enfermedad.
¿CÓMO ESTAMOS ACTUALMENTE?
A la fecha, son más miles los casos de personas fallecidas en Guatemala a causa del COVID-19. Pese al regreso de la normalidad, la pandemia dejó dolor en muchos sectores del país.
Los centros educativos públicos y privados volvieron a las actividades presenciales. La presencialidad volvió a los centros de trabajo; sin embargo, todo ocurrió de manera gradual.
En 2024, Guatemala cerró el año 22 mil 989 personas contagiadas de COVID-19 y 51 decesos, registrando una tasa de letalidad del 0.2% y una tasa de mortalidad de 0.3 por cada 100 mil habitantes, según el Tablero sobre la situación de COVID-19 en el país del MSPAS.
Actualmente, la sociedad ha regresado a los que se ha calificado como «normalidad», y muy poco se habla de un tal «COVID-19».
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