POR DELIA BONILLA
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Cuando las metas se trazan y se tienen claras es difícil que cambien tan fácilmente, Juan Martínez es ejemplo de ello, cuando decidió viajar a Estados Unidos su único objetivo era trabajar para ampliar su negocio en Guatemala, determinación que le ha permitido llevar el sustento a su familia a base de esfuerzo y dedicación.

Juan Martínez nació y creció en Nueva Santa Rosa, Santa Rosa, desde pequeño fue inquieto y tenía muchos sueños, los automóviles siempre fueron su pasión. Inició a estudiar ingeniería, pero cuando su padre ya no le pudo ayudar económicamente tuvo que buscar las formas de generarse ingresos.

Por ello, colocó un taller de enderezado y pintura para automóviles, el lugar donde lo tenía era pequeño y su sueño era ampliarlo, sin embargo, con lo que ganaba no podía hacerlo. Martínez al evidenciar el progreso de su natal municipio a través de las remesas que ingresan al país, lo motivó a migrar para alcanzar el sueño de comprar un terreno y ampliar su negocio.

“En el año 2001 me fui a trabajar a Estados Unidos para hacer mi terreno para mi taller porque donde trabajaba antes era de mi papá, si no hubiera viajado a Estados Unidos hubiera sido muy difícil hacer esto porque en ese momento ya me había casado y tenía hijos”, indicó Martínez.
“Si hablamos de unos 20 años atrás casi nadie tenía carro, era rara la gente que tenía carro y se marcaban las familias poderosas, la realidad de muchos guatemaltecos en el país es que estamos fregados, hay patojos que si no se van para Estados Unidos no hacen nada, la situación económica y los salarios muy bajos es difícil y cuando los patojos tienen la oportunidad de irse y ven otras oportunidades sí se superan”, declaró.

Martínez comentó que él le enviaba las remesas a su esposa para amortizar la deuda de 50 mil quetzales que adquirió para migrar y el resto lo guardaba en una cuenta bancaria, “llegué a ganar hasta 2 mil 500 y 3 mil dólares semanales… todo ese dinero yo lo mandaba a Guatemala, con 200 dólares comía como rey allá y el resto lo mandaba para acá, entonces mi esposa acá se encargaba de pagar la deuda y guardar el dinero”, detalló.

A su regreso, Juan compró un terreno y colocó su negocio tal como lo había soñado, con lo que ha sacado adelante a su esposa y sus cuatro hijos, dos de ellos estudian actualmente en la universidad y el deseo de Martínez es que se desarrollen en el país sin tener la necesidad de correr riesgos al migrar a otro lugar.

El guatemalteco resaltó que aunque ya no está en Estados Unidos continúa beneficiándose con el ingreso de las remesas, “yo le puedo asegurar que de 10 carros que reparo en mi negocio, unos 7 son con dinero que viene de Estados Unidos, tengo clientes que me llaman desde allá para pedirme que repare los carros”, indicó.

LA FAMILIA ES PRIORIDAD

Para el guatemalteco su familia es su mayor prioridad, “ni con todo el dinero del mundo podía comprar la niñez y el ver crecer a mis hijos, y aunque me volviera a costar acá decidí regresarme”, narró.
“En mi caso me siento muy agradecido con Dios y con mi país porque a pesar de que me he esforzado y todo les digo a mis hijos que nosotros firmamos un contrato en el país y quiero que ellos se desarrollen aquí”, relató.

Martínez recalcó que sin las remesas Nueva Santa Rosa no sería lo que ahora es, “hay que luchar por las familias porque estamos en un país donde la corrupción por parte de la política no deja crecer y la única manera de salir adelante es con el apoyo del dinero que ellos mandan para acá”.

Asimismo, Juan enfatizó que no hay que olvidar a las familias que se quedan porque cuando los familiares ya no vuelven queda un vacío enorme y los hijos crecen sin amor, “si se va a trabajar allá es por ellos”, puntualizó.

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