Por Grecia Ortíz
gortiz@lahora.com.gt

El olor a pino, pólvora, manzanilla, un tamal y ponche de frutas rodeando un árbol de Navidad decorado con un Nacimiento son escenas que se quedan grabadas en la mente de los guatemaltecos, más en aquellos que dejaron el país con la ilusión de darle a su familia una mejor vida.

Desde Estados Unidos connacionales relataron a La Hora Voz del Migrante sus experiencias y lo que hacen para recordar sus tradiciones y sentirse cerca del país que los vio nacer, así como de sus familiares que a la distancia les envían un abrazo y un saludo que les recuerda que su presencia aún está junto a los suyos.

Al mismo tiempo, familiares desde Guatemala señalan que entienden las razones que motivaron a migrar, pero las fiestas de Fin de Año también les recuerdan su ausencia y les dan una esperanza de volverse a encontrar.

A miles de kilómetros y en diferentes lugares de Estados Unidos, guatemaltecos celebran las fiestas de Fin de Año en compañía de amigos y familiares buscando replicar un recuerdo que les permita volver por unas horas a la tierra que dejaron.

En la época navideña Guatemala se identifica por sus tamales tradicionales de pollo, cerdo o pavo, con distintas clases de recado, dependiendo de la región en la que se elaboren mientras que el ponche no varía. Pero en cada casa la Navidad se vive incluso, muchos días antes porque familias enteras acostumbran a participar en la decoración del hogar.

El tradicional sonido del caparazón de una tortuga en la posada no se pierde, algunos migrantes incluso lo replican en sus comunidades tratando de traer a la mente recuerdos de su infancia. Las hojas para elaborar el tamal y el ponche de frutas en familia tampoco faltan, así lo relataron guatemaltecos desde Nueva York, Chicago e incluso España a La Hora Voz del Migrante.

EL PONCHE Y LOS TAMALES DE LA FAMILIA DE BEATRIZ POCASANGRE

Beatriz Pocasangre, lleva más de 30 años viviendo en Nueva York, en donde trata de replicar las fiestas de Fin de Año con las tradiciones guatemaltecas como el ponche y los tamales que sus papás le enseñaron a elaborar en Santa Rosa.

De acuerdo con la guatemalteca, aunque recuerda a Guatemala, es evidente que la experiencia no es la misma, porque no existe tanta libertad.

“En un apartamento todo es muy diferente… pero tratamos de estar alegres haciendo lo que antes hacíamos con nuestros papás, esa es una de las razones de que nuestras tradiciones no las dejamos y tratamos de pasarla bien”, afirmó.

En Guatemala viven sus hermanas y el resto de familia, mientras que en Estados Unidos convive junto a sus hijos y nietos en el mismo estado. Recuerda con alegría que años atrás no era posible comunicarse tan fácilmente con ellos, ahora hacer una llamada o un mensaje de felicitación es más sencillo.

NO FALTAN LOS PLATILLOS TRADICIONALES

Durante las celebraciones de Fin de Año, Pocasangre señala que en su mesa no faltan el ponche, el chocolate, los tamales e incluso los paches.

“Nos reunimos en Navidad en mi casa, eso es lo bonito que convivimos en familia todos, Año Nuevo pues ya ellos pasan esas fechas en otros lados, pero en la Navidad en casa, todos juntos comiendo tamales, disfrutando la noche o tomando ponche, todo es muy bonito la verdad”, afirmó.

Respecto a la decoración navideña, comentó que trata de tener su árbol y Nacimiento el 24 de diciembre. Sus tamales los tiene listos tres días antes, afirma que prefiere hacerlo así para no atrasarse y prepararse para recibir a la familia en la cena que tienen.

La ventaja de replicar la Navidad chapina en Estados Unidos, según la guatemalteca, es que con el tiempo las tiendas con artículos chapines han permitido que puedan hacer sus platillos preferidos.

La diferencia es que en Guatemala las amistades los visitan, “los hijos, nietos, nos mantenemos juntos la noche”, puntualizó.

BETZY BLANCERO INCULCA A SU HIJO LAS TRADICIONES CHAPINAS EN NUEVA YORK

Al mismo tiempo, la hija de Pocasangre, Betzy Blancero, residente en el mismo estado, relató que celebran la Navidad con la familia, entre una mezcla italiano-guatemalteco, ya que su esposo tiene origen europeo y por ello su hijo vive las fiestas en la mezcla de tres culturas, la guatemalteca, la estadounidense y la italiana.
A diferencia de las tradiciones chapinas, en Europa la mayoría cocina pescado frito y pastas que hacen una mezcla con el olor de la hoja de tamales recién cocinados.

“Vamos a visitar a la familia de él y pasamos a la casa de mi mamá a pasarla con ellos a la medianoche, ya el 25 tratamos de estar en casa, tengo un niño él todavía cree en Santa Claus, se va a dormir y nosotros ponemos los regalos en el árbol”, refirió.

Aunque solo haya vivido trece años en Guatemala, la entrevistada afirma que no olvida las tradiciones de su país, y por eso trata que su hijo siempre esté involucrado en las festividades de la familia.

En su casa, el árbol de Navidad y el tradicional Nacimiento no faltan, en la parte de afuera comentó que se pueden ver luces navideñas y otros arreglos correspondientes a la época.

EXTRAÑA EL TIEMPO, COSTUMBRES Y FAMILIA DE GUATEMALA

Aunque la mayoría de guatemaltecos trata de celebrar estas fiestas como lo hacían en Guatemala, a veces el tiempo impide que en algunas situaciones se pueda replicar, por ejemplo en el caso de la guatemalteca Lilian de McAcllister, la situación cambia porque la mayoría de los días los emplea para atender un local en el que ofrece el servicio de encomiendas a varios países y que está abierto los 7 días de la semana.

“Este año que va caer domingo yo cierro mi tienda a las 6 de la tarde, y entonces los domingos regularmente yo me voy a mi casa a dormir, porque trabajamos 7 días a la semana, pero lo que sí hago es celebrar el día 25 con mi hijo y con la abuela de él, y el año Nuevo en la casa descansando”, comentó.

Aunque le gustan los tamales, por el tiempo que le dedica a su trabajo comenta que no los hace, y por eso solo los puede degustar cuando su hermana le regala.

TECNOLOGÍA HA MEJORADO LA COMUNICACIÓN

Hermanas y sobrinos son algunos de los familiares de McAllister que se encuentran en el país y de quienes siempre se recuerda en estas fiestas. La tecnología se convirtió en una aliada para ella, porque ahora con un mensaje de WhatsApp se puede comunicar fácilmente.

Suspirando, dice que los años que vivió en Guatemala eran distintos porque esperaban a la media noche junto a sus hermanos y papás para darse el abrazo, comían tamales y ponche y rezaban al Niño Jesús.

“Antes decoraba, pero ahora me vence el cansancio, por ejemplo los últimos dos años hemos ido a comer a restaurantes con la familia con mi hijo y la abuela de él, pero este año será en la casa aunque todavía estoy pensando cómo lo voy a hacer”, dijo.

Hasta ahora recuerda que ya son más de 30 años los que tiene residiendo en Estados Unidos, y es originaria de la ciudad capital. En su tienda recibe envíos de diferente tipo, como regalos, envíos de paquetería a países como Guatemala, México y Centroamérica, que durante esta época se presentan en mayor cantidad.

CARMEN VILLATORO EXTRAÑA EL OLOR A PÓLVORA

Desde Nueva York, Carmen Villatoro afirma que mantener las costumbres la hace sentirse cerca de Guatemala, pero no deja de lado la nostalgia al recordar que los cohetes no pueden escucharse en su nueva casa porque son prohibidos, el olor característico a la pólvora es único, afirma.

No obstante, según Villatoro, el ambiente de fiesta no se pierde. Junto a su esposo, hijos, nietos, las tradiciones tampoco faltan. Del Nacimiento que elaboran, su esposo hace dos partes, un lado evoca Nueva York con nieve y el otro con ranchitos como los de Guatemala.

“Con mi familia hacemos los tamales, el ponche, aquí hay de todo, no es sencillo tenemos que ir a las tiendas guatemaltecas, pero tenemos una algo cerca”, explicó.

Tanto Villatoro como su esposo ya han celebrado 40 Navidades lejos de Guatemala.

BETTY SÁNCHEZ: REPARTE TAMALES A MIGRANTES JORNALEROS

La tradición nunca se pierde dice Betty Sánchez. Al igual que otros connacionales hace tamales y también pierna de pavo, para ofrecerles a sus amigos que llegan a visitarla. Algo de lo que asegura se siente muy feliz es de poder colocar manzanilla en el Nacimiento que elabora y que consiguió en una tienda guatemalteca.

El 26 de diciembre Sánchez busca compartir sus alimentos con migrantes jornaleros, para que recuerden a su país y no lo olviden.

“Viera las bendiciones que nos da la gente, a veces están en las esquinas esperando un trabajo, eso lo hacemos el 26 y también el día 1 de enero”, agregó.

La guatemalteca siempre busca reunirse con su hijo mayor en Connecticut y es en Año Nuevo que todos estarán en su casa.
En las fechas especiales sabe que la distancia no es impedimento para hacerle saber a su familia que los quiere, “no me olvido de nadie”, y en la próxima Semana Santa espera visitar al país.

LORENA MÉNDEZ: “SE AÑORAN MUCHO NUESTRAS COSTUMBRES”

Lorena Méndez llegó a Chicago en 1989 y tras más de dos décadas pudo regresar a Guatemala, al obtener su documentación legal, pero no todo fue como ella esperaba.

Afirma que tantos años lejos la alejaron de sus seres queridos, pero las redes sociales como Facebook permitieron que compartiera momentos especiales con ellos e incluso conoció a algunos que no sabía que eran sus familiares.

Por el trabajo que requiere hacer tamales Méndez prefiere comprarlos, aunque sí hace ponche y con la ilusión de recrear todo lo que hacía en Guatemala, previo a migrar.

“Aquí es muy diferente no se pueden quemar cuetes, aquí no se puede salir después de las doce a darle el abrazo al vecino sino que todo es adentro, con las visitas que hay en la casa, todos cenamos, platicamos, se abren los regalos pero ya al rato todos a su casa, todo es muy distinto a Guatemala, se añoran mucho nuestras costumbres”, agregó.

La connacional es originaria de San Pedro del departamento de San Marcos.

Recuerda que en diciembre siempre se escuchaba el sonido de los cohetes y a la medianoche se daba el abrazo a la familia y vecinos.

Explica que pasaron 25 años para que pudiera venir nuevamente al país, porque fue en 2015 cuando finalmente pudo obtener su documentación legal, aunque su viaje de retorno no fue como esperaba, porque solo dejó a su mamá para que la cuidaran en un hogar de ancianos, por el Alzheimer que se le diagnóstico.

Por ello, las fiestas de Fin de Año cambiaron y ahora lo que le queda son recuerdos de su infancia junto a ella, “tenía mucha tristeza de dejarla, pero es muy caro para cuidarla aquí, me salía más económico mandarla allá. Esta es mi segunda Navidad sin ella”, comentó.

Es triste estar indocumentado y añorando a la familia, la comida y costumbres tan lindas, son lo que más se extraña, enfatizó.

EXPERTA SEÑALA QUE ES IMPORTANTE COMUNICARSE CON FAMILIARES QUE ESTÁN LEJOS

La psicóloga y expresidenta del Colegio de Psicólogos de Guatemala, Maritza Ochoa, señala que los rituales, en este caso de estar cerca de la familia y compartir una comida, son parte de una cultura en la que la colectividad es más evidente, contrario a la forma en cómo se desarrollan los anglosajones que valoran más su individualismo.

Por eso es que generalmente cuando estamos fuera tratamos de mantener los rituales que recuerdan la infancia, entre ellos el hacer tamales, ponche y eso lo que hace es recordar los valores que existían en la comunidad, indicó.

A decir de la experta, las redes sociales tienen un impacto importante en las necesidades afectivas de las personas.

“Una llamada, una conferencia, un WhatsApp, nos hacen aminorar, llamémosle esa nostalgia que en algún momento teníamos, por eso es importante darnos el tiempo de mandar un mensaje a esa persona que está lejos y mejor si tiene el contacto con nosotros en forma visual”, expresó.


NORMA HERNÁNDEZ: EN ESPAÑA NO HAY FUEGOS ARTIFICIALES NI ABRAZOS A LAS 12 CON LOS VECINOS

Pero no solo en Estados Unidos los guatemaltecos buscan revivir sus tradiciones. Desde España, Norma Hernández relató a La Hora Voz del Migrante que también busca hacer sus tamales aunque la escasez de ingredientes a veces limita sus intenciones.

Vivir en Europa implica otro tipo de costumbres, porque las personas acostumbran a comer mariscos y la cena se hace usualmente a las 10 de la noche, según Hernández.

“Yo siempre hago mis tamales aunque ahora solo somos dos –con su hija-, pero haré esta vez unos cuantos (tamales) para algunas amigas guatemaltecas. Pero es triste, la gente no se desvela y no hay juegos pirotécnicos ni abrazos a las 12 con los vecinos”, comentó.
Conseguir la harina de maíz no es tan complicado, de acuerdo con la connacional, pero encontrar las hojas de tamal sí lo es y a veces solo logra encontrar las de “sal”, que son para darle sabor a la masa.

Uno de los hijos de Hernández que vive en Washington D. C. le ha comentado que conseguir productos de Guatemala en Estados Unidos es más sencillo que en España.

“Lo que pasa que aquí hay muy poca gente de Guatemala, hay fruta que aquí ni siquiera la conocen, como los bancos, caminitos, chicos. Hay papaya importada, mangos Tommy pero no de otra clase, zapote he encontrado alguna vez pero no se vende en todas partes”, aseguró.

Su Nacimiento y Arbolito decorado nunca faltan y algunas de sus amistades lo ven por lo que se encarga de contarles cómo celebran la Navidad en su país.


FAMILIAS DESDE GUATEMALA TAMBIÉN SIENTEN LA AUSENCIA

Reynor Benjamín Mente vive en Las Vegas, pero su familia en Guatemala no olvida que hace unos diez años todavía compartió las fiestas de fin de año junto a los suyos.

Su hermana, Andrea Mente, refirió a La Hora Voz del Migrante que para mitigar su ausencia tratan junto a sus hermanos de unirse junto a su mamá y que previo a la medianoche del 24 hacen una videollamada.

“Nosotros siempre nos reunimos como familia, esperamos las doce para quemar los respectivos cohetes, el abrazo, y luego damos gracias a Dios por la unión familiar y cena, tratamos de unirnos los que estamos acá. Toda su familia le extraña y le deseamos desde acá una Feliz Navidad y que acá lo esperamos con los brazos abiertos”, afirmó.

Por otro, lado, María Pineda, de Santa Rosa, expresó que desde que sus hermanos decidieron migrar las fiestas de Fin de Año cambiaron para ella y sus papás.

Al menos cinco de sus ocho hermanos residen en Estados Unidos y la Navidad y Año Nuevo no son tan alegres como lo eran antes de que decidieran migrar.

Afortunadamente desde hace unos años lograron reencontrarse porque obtuvieron su documentación legal para poder viajar, pero fueron varios años en los que no pudieron verse.

Algunos de sus hermanos, comentó que han logrado viajar y compartir con la familia como lo hacían antes, pero los que no pueden siempre tratan de estar presentes con llamadas o mensajes de texto.

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